En el último tren de metroval, a eso de las 22:50 horas de ayer martes, vi un báculo muy llamativo y simbóico a un costado de una de las puertas de acceso al vagón donde viajçabamos unas veiten personas. Como no había nadie al lado suyo, pensé que alguien lo había dejado allí o se le había olvidado llevárselo al bajar del tren. Pero al poco tiempo me di cuenta que ambas hipótesis subestimaban emasiado la inteligencia de su dueño, porque no creo que una pita de cáñamo se hay enrrollado sola alrededor de una caña de un metro setenta y en uno de sus extremos haya atado unas plumas de paloma.
Es nula la posibilidad de que eso ocurra, por lo que me enrrollé tratando de encontrarle sentido a que alguien haya hecho semejante objeto simbólico (muy poderoso) y lo hay dejado solo. Deb reconocer que me sentí un elegido por ser quien se lo llevaría al final del viaje, ya que miraba para todos lados y nadie ni siquiera se daba cuenta que existía. Hasta que al llegar a la estación Hospital, una pareja de jóvenes se levantó el asiento de en medio del vagón y la joven lo tomó y salió con él. Quedé plop. ¡Si la separaba un asiento del báculo! Ahí me di cuenta por qué me consideran obsesivo, de mi bastón de mando no me separo jamás. Lo miré como diciéndole, ¿te das cuenta que yo estoy contigo todo el día y no te dejo solo jamás?
Ahora ando con el chico, que me llega a la cintura, porque es el bastón de mando, el báculo sagrado, hecho con la vara de una rama de palmera, lo dejé en Vicuña, ya que sólo es para ceremonias sagradas.
Aquí lo único sagrado, es la lucha que hemos emprendido. Pero de eso hablaré después, ya que mi señora me está llamando para comer hace rato.
1 comentario:
Kiero felicitarte, muy buena historia, cosas extrañas, reales, ficticias, whatever...la cosa es crear.
Gracias por ayudarme a confirmar que Chile es un país de escritores y gente común y corriente compone esta "so called èlite"
saludos, te invito de vez en cuando a bubbling...
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