viernes, julio 20, 2007

गब्रिएला COSMICA

Cartas a Eugenio Labarca (1915-1916)

... Hay una explicación sencilla de mi fervor por la obra de Prado. Prado es un pensador más que un bordador. Yo no admiraré nunca una obra literaria en que no haya esa amistad honda y ardiente con las ideas. La mejor camarada de la belleza puede ser la verdad y el verso que está rico de parábolas es santidad, más santidad, temblor de alma en temblor de carne. Psiquis es la más alta musa. Perdone el sermón... Ud. que tiene tanto de Gómez Carrillo, debe aborrecerlos por pesados...
Pierre de Coulevian: me encanta esta comunidad de admiración. Tiene en un libro esta frase: Para juzgar a una mujer hay que saber cómo reza y cómo ama. No estoy seguro de si es suya; no importa, la cita merece tanta gratitud en este caso como la idea original. Eso vale por diez libros. Ud. que es joven, no olvide eso... cómo reza y cómo ama... y entre las dos cosas hay relaciones. Vió el lado maravilloso de la vida, como Maeterlinck, esta mujer. En verdad, todo concurre y de qué manera a veces.
Me ha llamado la atención en el último tiempo un caso curioso: la gente a quien estimo, sin insinuación mía, se está dando a vivir vida honda, espiritual. Esto es significativo. Ud. estudia Teosofía; un hombre admirable: Salas Marchán, Director de la Escuela Normal J. J. Núñez, se ha enamorado de los místicos. Y como Uds. otros. Tengo una pretensión: creo que yo recibí una misión en este pedazo de tierra: alejar del materialismo filosófico a algunos que más tarde tendrán actuación intensa en Artes o Educación. De ahí que le predique a Ud. No se ría y acepte este humilde papel mío cerca de Ud. A propósito: ¿ha leído Ud. a Rabindranath Tagore?
Sobre su seudónimo, soy una vieja y querría aconsejarlo. Ud. me explicó su significado hace tiempo (Coeur de Moineau). El consejo es éste: guarde los jugos de su corazón para uno o dos grandes amores que le beban la vida. No se desmenuce en aventuras, cuando se dé, dése bien. Como cuando se pasa en tren, mirando cien paisajes, no se queda la gloria de ninguno de ellos estampada en las retinas, cuando la vida se pierde en amoríos breves e insípidos, se ha de llegar a la vejez sin llevar un gran recuerdo,- pan deleitoso que la llene y la entibie, y la libre del hambre espiritual. Un grande amor es una cumbre ardida de sol; las esencias más intensas y terribles de la vida se beben en él. El que quiso así, “no pasó en vano por los caminos de los hombres”.
Hay algo peor que la mujer impura y es la insípida. Húyala. De nuevo perdón por la prédica. Las viejas sólo para esto servimos...
Gabriela Mistral. Los Andes, 1915.




GABRIELA MISTRAL EN SU PRIMERA ÉPOCA

Hay un punto que no me atrevo a dilucidar porque no es éste el lugar y no tengo ni el espacio ni el tiempo necesario ni tampoco los materiales imprescindibles. me refiero a lo que dije de la emocionalidad de Gabriela Mistral, que caractericé como muelle, invertebrada, sin forma. Son estas apreciaciones puramente subjetivas, es decir, están formuladas de acuerdo con puntos de comparación puramente internos. Es muy posible que muchos no estén de acuerdo y otros lo califiquen casi de ofensivos. Me adelanto a decir que no es así. No son ofensivos, pero son subjetivos. No sé en qué otra forma podría verificar esa emoción si no es partiendo de lo subjetivo, es decir, de una comparación que, a lo más, podría autorizar sólo a decir más o menos vertebrada, más o menos muelle, más o menos informe.
Es muy posible que esa emoción sea puramente americana. Cuando he dicho eso no he dicho nada. Hay varias etapas en el desarrollo de América, continente que, a mi modo de ver, no es un continente que es, sino que está llegando a ser; que va siendo, si se me permite la expresión, pero que está en una época que podríamos llamar arcaica con referencia a lo que será un día. Claro es que somos mucho más de lo que éramos a principio de siglo, que tenemos más cuerpo y más espíritu, que podemos indicar no ya inferioridades como antes, sino diferencias, que podemos levantar la cabeza frente a cualquiera, que tenemos un arte incipiente, pero arte que es americano y no de otra parte. Arte que tiene influencias como todas las artes las tienen. Pero estamos al principio de un camino propio y más o menos podemos indicar su orientación. Claro que hemos empezado apenas a recorrerlo. Esto ha sucedido siempre y no tenemos para qué sentirnos empequeñecidos por ello. También le ocurrió a Grecia. También le ocurrió a Roma. También le ocurrió a Europa.
Ahora bien; esa originalidad que llamé informe de Gabriela Mistral me parece una emocionalidad americana que colinda con la emocionalidad indígena, con la de los antiguos habitantes del continente, y por consiguiente, también de Chile, menos de los indómitos mapuches. Es posible, por el lugar del país donde nació Gabriela Mistral, justificar históricamente este aserto. Tal vez sea un error. Digo lo que me parece. Dejo el problema para los que puedan interesarse por él.
Una última cosa; una contradicción en esta época de Gabriela. Su seudónimo: Gabriela Mistral. He oído decir que después del premio Nóbel afirmó que el Mistral se lo había puesto no por el poeta provenzal sino por el viento de ese nombre, que suele azotar Provenza. Fue un cambio en su personalidad. Ya desde mucho antes había dicho que Mistral lo había tomado por Federico Mistral y Gabriela lo había usado por Gabriel D'Annunzio. No sé por qué hilos no expresados en su poesía, sino muy vagamente, demasiado vagamente, para ser visibles, pudo Gabriela sentirse unida a Gabriel D'Annunzio. En cuanto a Mistral en el poema 'los libros', de Desolación, queda un rastro. En él se indica claramente su admiración por Mireya, del poeta de Provenza.
Esa admiración por dos europeos netamente delineados, de perfiles muy marcados, aunque muy opuestos entre ellos y ese otro espíritu americano más indeciso, casi sin pasado, basado en una protesta emocional y moral frente al duro producto de una civilización transplantada y aún no bien asimilada por la totalidad americana, forman la contradicción que indicaba y que dan a la primera parte de la obra de Gabriela Mistral ese aspecto sobrecogedor, desgarrado a veces, profundamente optimista otras, esa forma en la que cierta dureza se alía a una labor fina que la caracteriza.
JUAN DE LUIGI

martes, julio 10, 2007

विदा य पोल्िक.

La vida española nos obliga, queramos o no, a la acción política. El inmediato porvenir, tiempo de sociales hervores, nos forzará a ella con mayor violencia. Precisamente por eso yo necesito acotar una parte de mí mismo para la contemplación. Y esto que me acontece, acontece a todos. Desde hace medio siglo, en España y fuera de España, la política –es decir, la supeditación de la teoría a la utilidad- ha invadido por completo el espíritu. La expresión extrema de ello puede hallarse en esa filosofía pragmatista que descubre la esencia de la verdad, de lo teórico por excelencia, en lo práctico, en lo útil. De tal suerte, queda reducido el pensamiento a la operación de buscar buenos medios para los fines, sin preocuparse de éstos. He ahí la política: pensar utilitario.
La pasada centuria se ha afanado harto exclusivamente en allegar instrumentos: ha sido una cultura de medios. La guerra ha sorprendido al europeo sin nociones claras sobre las cuestiones últimas, aquellas que sólo puede aclarar un pensamiento puro e inútil. Nada más natural que, reaccionando contra ese exclusivismo, postulemos ahora frente a una cultura de medios, una cultura de postrimerías.
Situada en su rango de actividad espiritual secundaria, la política o pensamiento de lo útil, es una saludable fuerza de que no podemos prescindir. Si se me invita a escoger entre el comerciante y el bohemio, me quedo sin ninguno de los dos. Mas, cuando la política se entroniza en la conciencia y preside toda nuestra vida mental, se convierte en un morbo gravísimo. La razón es clara. Mientras tomemos lo útil como útil, nada hay que objetar. Pero si esta preocupación por lo útil llega a constituir el hábito central de nuestra personalidad, cuando se trate de buscar lo verdadero tenderemos a confundirlo con lo útil. Y esto, hacer de la utilidad la verdad, es la definición de la mentira. El imperio de la política es, pues, el imperio de la mentira.
De todas las enseñanzas que la vida me ha proporcionado, la más acerba, más inquietante, más irritante para mí ha sido convencerme de que la especie menos frecuente sobre la Tierra es la de los hombres veraces. Yo he buscado en torno, con mirada suplicante de náufrago, los hombres a quienes importase la verdad, la pura verdad, lo que las cosas son por sí mismas, y apenas he hallado alguno. Los he buscado cerca y lejos, entre los artistas y entre los labradores, entre los ingenuos y los “sabios”. Como Ibn-Batuta, he tomado el palo del peregrino y hecho vía por el mundo en busca, como él, de los santos de la tierra, de los hombres de alma especular y serena que reciben la pura reflexión del ser de las cosas. ¡Y he hallado tan pocos, tan pocos, que me ahogo!
Sí; congoja de ahogo siento, porque un alma necesita respirar almas afines, y quien ama sobre todo la verdad necesita respirar aire de almas veraces. No he hallado en derredor sino políticos, gentes a quienes no interesa ver el mundo como él es, dispuestas sólo a usar de las cosas como les conviene. Política se hace en las academias y en las escuelas, en el libro de versos y en el libro de historia, en el gesto rígido del hombre moral y en el gesto frívolo del libertino, en el salón de las damas y en la celda del moje. Muy especialmente se hace política en los laboratorios: el químico y el histólogo llevan a sus experimentos un secreto interés electoral. En fin, cierto día, ante uno de los libros más abstractos y más ilustres que han aparecido en Europa desde hace treinta años, oí decir en su legua al autor: Yo soy ante todo, un político. Aquel hombre había compuesto una obra sobre el método infinitesimal contra el partido militarista triunfante en su patria.
Hace falta, pues, afirmarse de nuevo en la obligación de la verdad, en el derecho de la verdad.
Desde este Escorial, rigoroso imperio de la piedra y la geometría donde he asentado mi alma, veo en primer término el curvo brazo ciclópeo que extiende hacia Madrid la sierra del Guadarrama. El hombre de Segovia, desde su tierra roja, divisa la vertiente opuesta. ¿Tendría sentido que disputásemos los dos sobre cuál de ambas visiones es la verdadera?
Cada hombre tiene una misión de verdad. Donde está mi pupila no está otra; lo que de la realidad ve mi pupila no lo ve otra. Somos insustituibles, somos necesarios. “Sólo entre todos los hombres llega a ser vivido lo humano” –dice Goethe. Dentro de la humanidad cada raza, dentro de cada raza, cada individuo es un órgano de percepción distinto de todos los demás y como un tentáculo que llega a trozos de universo para los otros inasequibles.
La realidad, pues, se ofrece en perspectivas individuales. Lo que para uno está en último plano, se halla para otro en primer término. El paisaje ordena sus tamaños y sus distancias de acuerdo con nuestra retina, y nuestro corazón reparte los acentos. La perspectiva visual e intelectual se complican con la perspectiva de la valoración. En vez de disputar, integremos nuestras visiones en generosa colaboración espiritual, y como las riberas independientes se aúnan en la gruesa vena del río, compongamos el torrente de lo real.
El chorro luminoso de la existencia pasa raudo: interceptemos su marcha con el prisma sensitivo de nuestra personalidad, y del otro lado, sobre el papel, sobre el libro se proyectará un arco iris. Sólo de esta suerte se liberta la teoría de su tono en gris menor.
El Espectador mirará el panorama de la vida desde su corazón, como desde un promontorio.
Voy pues, a describir la vertiente que hacia mí envía la realidad. Si no es la más pintoresca, ¿tengo yo la culpa? Situado en El Escorial, claro es que toma para mí el mundo un semblante carpetovetónico.
Antes y más allá del clarín que hacen resonar las batallas transitorias, los que hemos llegado al medio del camino de la vida habíamos percibido el tema de alborada que en su cuerno de caza modula el Destino. Pasaremos por dos horas de amargura individual y colectiva; pero en el fondo de nuestra conciencia hallamos como la seguridad de que, en suma, damos vista a una época mejor.
Entrevemos una edad más rica, más compleja, más sana, más noble, más quieta, con más ciencia y más religión y más placer -donde puedan desenvolverse mejor las diferencias personales e infinitas posibilidades de emoción se abran como alamedas donde circular.
Mas la sana esperaza parte de la voluntad como la flecha del arco. Esa edad mejor sazonada depende de nosotros, de nuestra generación. Tenemos el deber de presentir lo nuevo; tengamos también el valor de afirmarlo. Nada requiere tanta pureza y energía como esta misión. Porque dentro de nosotros se aferra lo viejo con todos sus privilegios de hábito, autoridad y ser concluso. Nuestras almas, como las vírgenes prudentes, necesitan vigilar con las lámparas encendidas y en actitud de inminencia. Lo viejo podemos encontrarlo dondequiera: en los libros, en las costumbres, en las palabras y los rostros de los demás. Pero lo nuevo, lo nuevo que hacia la vida viene, sólo podemos escrutarlo inclinando el oído pura y fielmente a los rumores de nuestro corazón. Escuchas de avanzada, en nuestro puesto se juntan el peligro y la gloria. Estamos entregados a nosotros mismos; nadie nos protege ni nos dirige. Si no tenemos confianza en nosotros, todo se habrá perdido. Si tenemos demasiada, no encotraremos cosa de provecho. Confiar, pues, sin fiarse. ¿Es esto posible? Yo no sé si es posible, pero veo que es necesario.
Hegel encontró una idea que refleja muy lindamente nuestra difícil situación, un imperativo que nos propone mezclar acertadamente la modestia y el orgullo. “Tened –dice- el valor de equivocaros”.
Después de todo, es el mismo principio que, según los biólogos recientes, gobierna los movimientos del infusorio en la gota de agua: Trial and error –ensayo y error.
José Ortega y Gasset. 1916

sábado, julio 07, 2007

२५-०७-2007

La Experiencia Absoluta.

Entonces viene el tercer tipo de mente en la que la duda ha desaparecido, simplemente, la creencia también. Y cuando la duda desaparece, la creencia también se va. La fe no es creencia, es amor. La fe no es creencia, porque es total, no hay ninguna duda en ella, así que ¿cómo puedes creer? Fe no es una intelectualización en absoluto, no se está en pro ni en contra. No es ni esto ni aquello. Fe es una profunda confianza, es Amor. Tu no tienes que dar razones para esto, simplemente es así. ¿Qué se puede hacer?
No te formes una creencia en contra de la fe. Simplemente sé indiferente a ambas: duda y creencia, y dirige tus energías hacia el Amor, más y más. Ama incondicionalmente. No sólo me ames a mí, pues esto no es posible. Si amas, simplemente ama más. Simplemente vive lleno de amor, no sólo hacia el Maestro, sino hacia todo lo que existe a tu alrededor: los árboles, las piedras, el cielo, la tierra. Que tú, tu ser y la propia ausencia de tu ser se vuelvan un fenómeno amoroso. Entonces la confianza nace. Y sólo en tal confianza puede ofrecerse una dadiva como la canción de Mahamudra.
Cuando te vuelvas tú el más profundo valle de receptividad, entonces las más altas cumbres de la conciencia pueden serte ofrendadas. Sólo un valle puede recibir una cumbre. El discípulo debe ser absolutamente femenino, receptivo: como una matriz. Cuando Naropa estuvo listo, Tilopa le ofreció esta dádiva. Solamente entonces un fenómeno tal como el que va a suceder en esta canción, sucede.

Tilopa es el Maestro, Naropa es el discípulo. Y Tilopa dice:
Mahamudra está más allá de todas las palabras y los símbolos.
Pero para ti, Naropa, leal y sincero, debe esto decirse...

Está más allá de toda palabra y todo símbolo, entonces, ¿cómo puede decirse? ¿Hay algún modo entonces? Sí, hay un modo: si un Naropa existe, existe un modo. Si realmente hay un discípulo que la forma pueda encontrar. Si el discípulo es tan receptivo que no tiene opinión propia –no juzga si esto está bien o mal- ha rendido su mente al Maestro; es simplemente un vacío, listo a aceptar lo que le es dado incondicionalmente, entonces las palabras y los símbolos no son necesarios y algo le puede ser entregado. Si tú puedes entender entre líneas, oír entre las palabras, las palabras son sólo un pretexto. Lo verdadero se encuentra al lado de las palabras.
Las palabras no son más que un truco, un artificio. Lo verdadero sigue a las palabras como una sombra. Si eres demasiado intelectual escucharas las palabras, pero entonces eso no puede comunicarse. Más si tu mente no entra para nada, entonces las sombras tenues que siguen a las palabras –extremadamente tenues, sólo el corazón puede verlas, vibraciones invisibles de la consciencia- entonces la comunicación es inmediatamente posible.

Dice Tilopa:
...pero para ti, Naropa, leal y sincero debe esto decirse...

Eso que no puede ser dicho, debe decirse para un discípulo. Eso que es absolutamente invisible, debe hacerse visible para el discípulo. Depende no sólo del Maestro, aún más depende del discípulo.
Tilopa fue afortunado en encontrar a Naropa. Han existido algunos Maestros infortunados que nunca pudieron encontrar un discípulo como Naropa. Así es que aquello que garrón desapareció con ellos, pues no hubo nadie que lo recibiera. Algunas veces los Maestros han viajado miles de millas para encontrar un discípulo. Tilopa mismo tuvo que ir del a India hasta el Tíbet para encontrar a Naropa, un discípulo. Tilopa recorrió toda la India sin encontrar un hombre de tal calidad que fuera capaz de absorberlo, de renacer debido a él. Y una vez que la dadiva fue recibida por Naropa, él fue totalmente trasformado. Entonces se sabe que Tilopa dijo a Naropa: “Ahora ve y encuentra tu propio Naropa”.
Naropa fue también afortunado es ese sentido, encontró un discípulo cuyo nombre era Marpa. Marpa también fue muy afortunado, fue capaz de encontrar un discípulo cuyo nombre era Milarepa. Pero entonces la tradición se interrumpió, no más discípulos de tan grade calibre pudieron encontrarse. Muchas veces la religión ha llegado a la Tierra y desaparecido. Una religión no puede volverse una Iglesia, una secta. Una religión depende de la comunicación personal, de la comunión personal. La religión de Tilopa existió por sólo cuatro generaciones, de Naropa a Milarepa. Entonces desapareció.
La religión es como un oasis: el desierto es vasto, algunas veces es pequeñas partes un oasis aparece. Mientras dura, búscalo. Mientras está ahí, bebe de él. Es muy raro.
Jesús dice frecuentemente a sus discípulos: “Un rato más estaré aquí. Y mientras esté, bebed de mí, comed de mí. No perdáis esta oportunidad”, porque entonces no encontrarás a un hombre como Jesús en miles de años. El desierto es vasto. El oasis algunas veces aparee y desaparece, pues viene de los desconocido y necesita un ancla en esta tierra. Si no hay un ancla, no pude permanecer aquí. Un Naropa es un ancla.
Lo mismo quisiera decirte: mientras estoy yo aquí, un rato más, no pierdas la oportunidad. Y la puedes perder en cosas triviales. Puedes estar ocupado con tonterías –basura mental. Puedes seguir pensando en favor o en contra, y el oasis se desvanecerá pronto; puedes seguir pensando: “más tarde”. Ahora bebe de él, porque después te quedarán muchas vidas para estar a favor o en contra, para eso no hay prisa. Pero mientras dura, bebe de él.
Una vez que estés embriagado con Jesús o con Naropa, serás totalmente trasformado. La trasformación es muy fácil y simple, es un proceso natural. Todo lo que se necesita es volverse tierra fértil y recibir la semilla. Ser una matriz y albergar la semilla. Siempre que un discípulo está listo, aparece el Maestro. Tiene que aparecer. Siempre que haya una profunda necesidad, tiene que ser satisfecha. La existencia entera responde a tu profunda necesidad, pero debe haber una necesidad. De otra manera puedes pasar ante Tilopa, Buda, Jesús y puede que ni siquiera veas ante quien pasaste.

viernes, julio 06, 2007

एसेरंज़ा य तेमोर.

Estaba sentada en la piedra de la entrada,
esperando.
Viendo pasar los astros, los sueños,
el Tiempo.
Siempre inquieta.
¡Cuanto sufrimiento!

Tonta de mí,
¿le importa a alguien cómo olisqueo el aire?,
¿cuándo atisbo los cielos?,
¿las huellas que persigo?,
¿las miles de inmersiones, por una señal?...

¡Maldita esperanza, haciendo creer lo que no es!
Con razón fue la última en la caja de Pandora.
Siempre lenta, atrasada, mal intencionada.

Creyendo en ella, esperé...
Llegó el Miedo y me mató.
(Esperanza y Temor son mellizos
como los tajadores de Nip Tuck)

viernes, junio 15, 2007

para comenzar
no crean lo que voy a decirles
por ser yo quien se los digo
o lo comprenden por y para ustedes mismos
o sería una violación de su libertad
y una extralimitación mía

miércoles, abril 25, 2007

CARTA ABIERTA A ANDRÉS VELASCO.

"Había una vez un imperio que se construyó bajo el sistema de educar a los hijos de los líderes de los pueblos circundantes. Como era más próspero y poderoso que todos, tenían por un honor el estudiar allí. Más tarde volvían a sus pueblos de origen, pero con el pensamiento del imperio, por lo que hacían caso de todo lo que éste les decía. Hasta que uno de ellos se dio cuenta de la utilización y no la aceptó más. Como sabía el secreto del plan, lo desnudó y ya nadie más creyó en los cuentos que este imperio les contaba.
Señor Velasco de Harvard, este es otro mundo, no su yankeelandia querida que lo distinguió con una cátedra vitalicia en el Olimpo. Lo peor de todo, Señor Velasco, es que en su grupo excluyó lo único que pudo conectarlo con este país: su Historia. Como todo grupo revolucionario, está cometiendo el mismo error: creer que se puede hacer tabula rasa con el pasado del hombre y eso es inconducente, pues ahí radica la identidad de una nación y eso, señor Velasco, no lo puede cuantificar su adorada Economía.

P.D.: ¿Su receta para gobernar Chile son las casas de 32 mts. cuadrados o el cierre de Lota? Quisiera verlo de alcalde de Vicuña, sucursal del इन्फिएर्नो".


(Carta publicada en marzo del 2003 en el suplemento cultural "El Utopista Pragmático", del diario La Nación, de Santiago).

P.D. 2007: ¿Se podía esperar otra de él y su camarilla (Expansiva)? Desde el momento en que se filtró en la prensa la petición de Don Andrés de tomarse el año sabático que Harvard les da a sus catedráticos vitalicios, supe que el Neoliberalismo había vuelto al Poder total. Lo pero de todo esto es que el ser humano, en toda época y cultura, se ha caracterizado por desoír las advertencias y recae constantemente en las mismas traiciones, ya que el error es producto de la ignorancia. Hace rato que la Desconcertación traicionó a los pobres, entregándose a los brazos de las grandes empresas, entregándoles más y más dinero de todos nosotros, rogándoles que 'crezcan', a costillas de todos nosotros, para mejorar las cifras Macroeconómicas de un país de papel.
Lo más gracioso es que, desde los tiempos de Pinochet, un 'think tank' no se tomaba el gabinete de la Presidencia. Que la historia empeora queda demostrado en que ambos son de la misma tendencia. Todo cambia para seguir igual, y peor.

miércoles, abril 04, 2007

¿NO TUVE UNA VEZ UNA JUVENTUD?

"¿No tuve una vez una juventud amable, heroica, fabulosa, digna de ser escrita sobre tablas de oro? ¡Demasiada suerte! ¿Qué crimen, qué error he cometido para merecer mi debilidad actual? Vosotros, que afirmáis que las bestias sollozan de pena, que los enfermos desesperan, que los muertos tienen pesadillas, tratad de narrar mi caída y mi sueño*. Yo no puedo expresarme sino como el mendigo con sus continuos Padre Nuestro y Ave María. ¡Ya no sé hablar!".
Ha terminado la narración de su propio infierno personal... está a punto de decir adiós. Sólo queda por agregar unas pocas palabras de despedida. Una vez más, aparece la imagen del desierto, unas de sus imágenes más persistentes. La fuente de su inspiración se ha secado: como Lucifer, ha "consumido" la luz que le fue dada. Sólo queda el reclamo del más allá, la llamada de la profundidad, cuya respuesta halla para él corroboración y consumación en la vida de la temida imagen que lo asalta: el desierto. Tasca el freno. "¿Cuándo iremos?", pregunta. ¿Cuándo iremos..., a dar la bienvenida al nacimiento del trabajo nuevo, la sabiduría nueva, la fuga de tiranos y demonios, el fin de la superstición, a adorar -¡los primeros!- la Navidad sobre la Tierra?" (Cómo nos recuerdan estas palabras a un contemporáneo suyo que él nunca conoció: Nietzsche!).
¿Qué revolucionario ha sabido expresar más nítida y conmovedoramente el camino del deber? ¿Qué santo ha dado un sentido más divino a la Navidad? Son las palabras de un rebelde, sí, pero no las de un rebelde impío. Un pagano, sí, pero las de un pagano como Virgilio. Es la voz del profeta y el maestro, del discípulo y el iniciado, al mismo tiempo. Aún el sacerdote idólatra, supersticioso e ignorante, debe aprobar esta Navidad. "Esclavos, no maldigamos la vida!", grita. "Basta de lágrimas y lamentaciones, de la mortificación de la carne. Basta de sumisión y docilidad, de la credulidad infantil y la plegarias infantiles. Desechemos los falsos dioses y los oropeles de la ciencia. Abajo los dictadores, los demagogos, los "sans-culote". No maldigamos la vida, ¡adorémosla! Todo el interludio cristiano no ha sido sino una negación de la vida, una negación de Dios, una negación del espíritu. Ni siquiera hemos soñado aún la libertad. ¡Liberad el espíritu, el corazón, la carne! Liberad el alma para que ella pueda reinar en seguridad. Este es el invierno de la vida y yo temo el invierno, porque es la estación de la comodidad. Que nos concedan la Navidad sobre la Tierra, no el cristianismo. Nunca he sido cristiano. No he pertenecido jamás a vuestra raza. ¡Sí, mis ojos están cerrados a vuestra luz, soy una bestia, un negro, pero puedo ser salvado! ¡Vosotros sois falsos negros, vosotros avaros, maniáticos, demonios! Yo soy el verdadero negro y éste es un libro negro. Digo: que venga la Navidad sobre la Tierra... ahora, ahora, ¿oís? ¡Nada de esperanzas falsas!".
Así deliraba. "Pensamientos fuera de lugar" indiscutiblemente.
"Ah, bien...", parece suspirar. "A veces veo en el cielo playas sin fin cubiertas de blancas naciones jubilosas". Por un momento, nada se yergue entre él y la certidumbre del sueño. Ve el futuro como la consumación inevitable del deseo más profundo del hombre. Nada puede detenerlo en su marcha hacia la meta, ni siquiera los falsos negros que están infestando el mundo en nombre del orden y la ley. Lleva su sueño hasta sus últimas consecuencias. Todos los recuerdos horribles, innominables, se borran. Y con ellos, todos los remordimientos. Tendrá su revancha sobre los rezagados, los "amigos de la muerte". "Aunque me perdiera en un desierto, aunque hiciera de mi vida un desierto, aunque no fuera ya oído por nadie, sabed que me será igualmente dado poseer la verdad en alma y cuerpo. Habéis hecho todo lo posible por enmascarar la verdad; habéis tratado de destruir mi alma; y acabaréis por quebrar mi cuerpo bajo la rueda... Pero yo sabré al fin la verdad, la poseeré por mí mismo, en este cuerpo y en esta alma...".
Son éstos los gritos salvajes de un visionario, de un "amigo de Dios", aunque se niegue a aceptar el nombre.
"Dado que toda palabra es idea", decía Rimbaud, "tiene que llegar el tiempo de un lenguaje universal!... Esa lengua nueva o universal hablará de alma a alma y lo resumirá todo, perfumes, sonidos, colores, uniendo todo pensamiento". La clave de este idioma, está de más decirlo, es el símbolo, que sólo el creador posee. Es el alfabeto del alma, prístino e indestructible. Gracias a él, el poeta, señor de la imaginación y gobernante anónimo del mundo, se comunica, comulga con sus camaradas. Con el fin de establecer este puente, el joven Rimbaud se entregó a sus experiencias. ¡Y con qué éxito, pese a su repentina y misteriosa renuncia! Desde más allá de la tumba sigue aún comunicándose, y cada vez más poderosamente con el correr de los años. Cuanto más enigmático nos parece, más lúcida se hace su doctrina. ¿Paradójico? De ningún modo. Todo cuanto hay de profético sólo puede revelarse con el tiempo y la contingencia. En este medio vemos hacia atrás y hacia adelante con idéntica claridad; la comunicación se convierte en el arte de instaurar, en cualquier momento del tiempo, una relación armónica entre pasado y futuro. Todos y cada uno de los materiales son de la misma utilidad, siempre y cuando puedan ser convertidos en la moneda eterna: la lengua del alma. En este sentido no existen ni alfabetos ni gramáticos. Sólo es necesario abrir el corazón, desechar todo prejuicio literario... en otras palabras, revelarse. Lo que equivale, por supuesto, a una conversión. Se trata de una medida radical que presupone un estado de desesperación. Pero si todos los demás métodos fallan, como inevitablemente suele suceder, ¿por qué no recurrir a esa medida extrema, la conversión? Sólo en las puertas mismas del infierno, asoma la salvación. Los hombres han fracasado, en todos los sentidos. Una y otra vez han tenido que volver sobre sus pasos, retomar la pesada carga y comenzar por enésima vez la empinada y ardua ascensión hacia la cumbre. ¿Por qué no aceptar el reto del espíritu y someterse? ¿Por qué no rendirse y hallar así acceso a una nueva vida? El antiguo está siempre esperando. Unos lo llaman el Iniciador, otros el Gran Sacrificio...






Henry Miller
* El subrayado es de H. M.