viernes, julio 20, 2007

गब्रिएला COSMICA

Cartas a Eugenio Labarca (1915-1916)

... Hay una explicación sencilla de mi fervor por la obra de Prado. Prado es un pensador más que un bordador. Yo no admiraré nunca una obra literaria en que no haya esa amistad honda y ardiente con las ideas. La mejor camarada de la belleza puede ser la verdad y el verso que está rico de parábolas es santidad, más santidad, temblor de alma en temblor de carne. Psiquis es la más alta musa. Perdone el sermón... Ud. que tiene tanto de Gómez Carrillo, debe aborrecerlos por pesados...
Pierre de Coulevian: me encanta esta comunidad de admiración. Tiene en un libro esta frase: Para juzgar a una mujer hay que saber cómo reza y cómo ama. No estoy seguro de si es suya; no importa, la cita merece tanta gratitud en este caso como la idea original. Eso vale por diez libros. Ud. que es joven, no olvide eso... cómo reza y cómo ama... y entre las dos cosas hay relaciones. Vió el lado maravilloso de la vida, como Maeterlinck, esta mujer. En verdad, todo concurre y de qué manera a veces.
Me ha llamado la atención en el último tiempo un caso curioso: la gente a quien estimo, sin insinuación mía, se está dando a vivir vida honda, espiritual. Esto es significativo. Ud. estudia Teosofía; un hombre admirable: Salas Marchán, Director de la Escuela Normal J. J. Núñez, se ha enamorado de los místicos. Y como Uds. otros. Tengo una pretensión: creo que yo recibí una misión en este pedazo de tierra: alejar del materialismo filosófico a algunos que más tarde tendrán actuación intensa en Artes o Educación. De ahí que le predique a Ud. No se ría y acepte este humilde papel mío cerca de Ud. A propósito: ¿ha leído Ud. a Rabindranath Tagore?
Sobre su seudónimo, soy una vieja y querría aconsejarlo. Ud. me explicó su significado hace tiempo (Coeur de Moineau). El consejo es éste: guarde los jugos de su corazón para uno o dos grandes amores que le beban la vida. No se desmenuce en aventuras, cuando se dé, dése bien. Como cuando se pasa en tren, mirando cien paisajes, no se queda la gloria de ninguno de ellos estampada en las retinas, cuando la vida se pierde en amoríos breves e insípidos, se ha de llegar a la vejez sin llevar un gran recuerdo,- pan deleitoso que la llene y la entibie, y la libre del hambre espiritual. Un grande amor es una cumbre ardida de sol; las esencias más intensas y terribles de la vida se beben en él. El que quiso así, “no pasó en vano por los caminos de los hombres”.
Hay algo peor que la mujer impura y es la insípida. Húyala. De nuevo perdón por la prédica. Las viejas sólo para esto servimos...
Gabriela Mistral. Los Andes, 1915.




GABRIELA MISTRAL EN SU PRIMERA ÉPOCA

Hay un punto que no me atrevo a dilucidar porque no es éste el lugar y no tengo ni el espacio ni el tiempo necesario ni tampoco los materiales imprescindibles. me refiero a lo que dije de la emocionalidad de Gabriela Mistral, que caractericé como muelle, invertebrada, sin forma. Son estas apreciaciones puramente subjetivas, es decir, están formuladas de acuerdo con puntos de comparación puramente internos. Es muy posible que muchos no estén de acuerdo y otros lo califiquen casi de ofensivos. Me adelanto a decir que no es así. No son ofensivos, pero son subjetivos. No sé en qué otra forma podría verificar esa emoción si no es partiendo de lo subjetivo, es decir, de una comparación que, a lo más, podría autorizar sólo a decir más o menos vertebrada, más o menos muelle, más o menos informe.
Es muy posible que esa emoción sea puramente americana. Cuando he dicho eso no he dicho nada. Hay varias etapas en el desarrollo de América, continente que, a mi modo de ver, no es un continente que es, sino que está llegando a ser; que va siendo, si se me permite la expresión, pero que está en una época que podríamos llamar arcaica con referencia a lo que será un día. Claro es que somos mucho más de lo que éramos a principio de siglo, que tenemos más cuerpo y más espíritu, que podemos indicar no ya inferioridades como antes, sino diferencias, que podemos levantar la cabeza frente a cualquiera, que tenemos un arte incipiente, pero arte que es americano y no de otra parte. Arte que tiene influencias como todas las artes las tienen. Pero estamos al principio de un camino propio y más o menos podemos indicar su orientación. Claro que hemos empezado apenas a recorrerlo. Esto ha sucedido siempre y no tenemos para qué sentirnos empequeñecidos por ello. También le ocurrió a Grecia. También le ocurrió a Roma. También le ocurrió a Europa.
Ahora bien; esa originalidad que llamé informe de Gabriela Mistral me parece una emocionalidad americana que colinda con la emocionalidad indígena, con la de los antiguos habitantes del continente, y por consiguiente, también de Chile, menos de los indómitos mapuches. Es posible, por el lugar del país donde nació Gabriela Mistral, justificar históricamente este aserto. Tal vez sea un error. Digo lo que me parece. Dejo el problema para los que puedan interesarse por él.
Una última cosa; una contradicción en esta época de Gabriela. Su seudónimo: Gabriela Mistral. He oído decir que después del premio Nóbel afirmó que el Mistral se lo había puesto no por el poeta provenzal sino por el viento de ese nombre, que suele azotar Provenza. Fue un cambio en su personalidad. Ya desde mucho antes había dicho que Mistral lo había tomado por Federico Mistral y Gabriela lo había usado por Gabriel D'Annunzio. No sé por qué hilos no expresados en su poesía, sino muy vagamente, demasiado vagamente, para ser visibles, pudo Gabriela sentirse unida a Gabriel D'Annunzio. En cuanto a Mistral en el poema 'los libros', de Desolación, queda un rastro. En él se indica claramente su admiración por Mireya, del poeta de Provenza.
Esa admiración por dos europeos netamente delineados, de perfiles muy marcados, aunque muy opuestos entre ellos y ese otro espíritu americano más indeciso, casi sin pasado, basado en una protesta emocional y moral frente al duro producto de una civilización transplantada y aún no bien asimilada por la totalidad americana, forman la contradicción que indicaba y que dan a la primera parte de la obra de Gabriela Mistral ese aspecto sobrecogedor, desgarrado a veces, profundamente optimista otras, esa forma en la que cierta dureza se alía a una labor fina que la caracteriza.
JUAN DE LUIGI

No hay comentarios.: