lunes, septiembre 03, 2007

SÍNTESIS ESENCIAL.

MODELOS DOMINADOR Y SOLIDARIO.
Siete Diferencias Básicas, Interactivas y Mutuamente Sustentadoras.
Elementos de Comparación.

Relaciones de Género.
D: Lo masculino supera en rango a lo femenino. Los rasgos y valores sociales estereotípicamente asociados con la “masculinidad” se valoran más que aquellos asociados con la “feminidad”[1].

S: La ideología imperante valora por igual lo femenino y lo masculino. Otorga primacía operacional a los valores estereotípicamente “femeninos” como la crianza y la no violencia.


Violencia.

D: Existe un alto nivel de violencia y abuso institucionalizados, desde el maltrato a esposa e hijos, violación y abuso psicológico por parte de “superiores” en la familia, el lugar de trabajo y la sociedad en general.

S: Violencia y abuso no son componentes estructurales del sistema, de modo que tanto niños como niñas pueden aprender la resolución no violenta de sus conflictos. Por consiguiente, hay un bajo nivel de violencia social.


Estructura Social.

D: La estructura social es predominantemente jerárquica[2] y autoritaria, donde el nivel de jerarquía y autoritarismo corresponde aproximadamente al nivel de dominio masculino.
S: La estructura social es en general más igualitaria, con diferencias (ya sean de genero, raza, religión, preferencia sexual o sistema de creencia) no asociadas automáticamente con un estatus social y/o económico superior o inferior.


Sexualidad.

D: La coerción es un elemento importante en la selección de pareja, relación sexual y procreación, con la erotización de la dominación y/o represión del placer erótico, mediante el temor a una sanción social que puede ser fácilmente la muerte. Las principales funciones del sexo son la procreación masculina y la descarga sexual masculina.

S: El respeto mutuo y la libertad de elección para mujeres y hombres son las características de la selección de pareja, relación sexual y procreación. Las principales funciones del sexo son el vínculo entre mujer y hombre, mediante el dar y recibir placer mutuo y la reproducción de la especie, de mutuo acuerdo.


Espiritualidad.

D: El hombre y la espiritualidad “masculina” están sobre la mujer y la naturaleza, justificando su dominio y explotación. Los poderes que rigen el universo se representan como entidades castigadoras, ya sea como un padre desapegado, cuyas órdenes se deben obedecer ciegamente bajo pena de terribles castigos, una madre cruel o demonios y monstruos que se deleitan atormentando arbitrariamente a los humanos y que, por lo tanto, deben ser aplacada y destruidos, respectivamente. Esto divide en dos “bandos” irreconciliables al mundo espiritual, justificando una eterna “guerra contra el mal”.

S: Se reconoce y valora la dimensión espiritual de los poderes vivificantes y sustentadores de la mujer y la naturaleza, así como los de los hombres. La espiritualidad se vincula con la empatía y la equidad, y lo divino se representa mediante mitos y símbolos de amor incondicional. No hay dicotomía entre “cuerpo” y “espíritu”, pues se reconoce todo como parte de un todo, por lo tanto, no hay razón para una guerra entre el “bien” y el “mal”, ya que las diferencias no generan conflictos, sino complementariedades.


Placer y Dolor.

D: La imposición o amenaza de dolor es esencial para mantener el sistema social. Los placeres del tacto en las relaciones sexuales y paternales se asocian con dominación y sumisión y, por lo tanto, con dolor, ya sea en el llamado amor carnal del sexo o en la sumisión a una deidad “amorosa”. Se santifica la imposición y/o el padecimiento del dolor.

S: Las relaciones humanas se mantienen más por lazos de placer que por temor al dolor. Los placeres de las conductas de cuidado se apoyan socialmente y el placer se asocia con la empatía por otros. Se considera sagrado cuidar, hacer el amor y otras actividades que generan placer, lo que se manifiesta en su arte .


Poder y Amor.
D: El poder supremo es aquel para dominar y destruir, simbolizado desde la antigüedad por el poder letal de la espada. “Amor” y “pasión” se usan con frecuencia para justificar actos violetos y abusivos de quienes dominan, como la matanza de mujeres realizada por hombres cuando sospechan su independencia sexual o las “guerras santas” libradas en nombre del amor a una deidad que exige la absoluta obediencia de todos.

S: El poder supremo es aquel para dar, nutrir e iluminar la vida, simbolizado desde la antigüedad por el cáliz o grial sagrado, derivación del símbolo prehistórico de la caverna, por su similitud con el útero materno. El amor se reconoce como la máxima expresión de la evolución de la vida en el planeta, así como el poder (re)unificador universal que resuelve los conflictos.
EXTRACTADO DEL LIBRO PLACER SAGRADO, DE RIANE EISLER. EDITORIAL CUATRO VIENTOS 1998. CON ALGUNOS APORTES DE SU INSEGURO SERVIDOR.
IN LAK'ECH.

[1] Cabe señalar que, en este contexto, los términos “feminidad’ y “masculinidad” corresponden a los estereotipos sexuales construidos socialmente para una sociedad dominadora (donde la masculinidad se iguala a dominio y conquista y la feminidad a pasividad y sumisión), y no a rasgos femeninos o masculinos inherentes.
[2] En este contexto, el término jerárquico se refiere a lo que podríamos llamar jerarquía de dominación, o el tipo de jerarquía inherente a un modelo dominador de organización social, basado en el temor y la amenaza de dolor. Estas jerarquías deben distinguirse de un segundo tipo, que podría llamarse jerarquía de actualización. En biología, corresponde a la jerarquía de moléculas, células y órganos del cuerpo: una progresión hacia un nivel de función superior y más complejo. En los sistemas sociales, las jerarquías de actualización del poder con el poder para crear y para concretar nuestros más altos potenciales en nosotros mismos y otros.

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