lunes, agosto 27, 2007

UN CUENTO TEÓRICO.

En 1924, después de una larga estada en una clínica psiquiátrica, el historiador del arte Aby Warburg decide dedicar el resto de su vida (cinco años) a poner en pie un museo de reproducciones, un museo si ninguna obra original. Las copias expuestas ahí debían estar organizadas de modo de suscitar derivas teóricas siguiendo una idea de montaje particular y premeditada, consistente en una yuxtaposición de imágenes. El propósito de Warburg era poner en evidencia las conexiones entre figuras que, teniendo un origen geográfico e histórico diferente, adoptaron un comportamiento idéntico (muy frecuentemente de éxtasis o de ebriedad). En el mismo muro, Warburg había colgado afiches publicitarios junto a reproducciones de imágenes de la Grecia antigua, pinturas renacentistas y recortes de periódicos. Había ahí algo del leguaje múltiple que yo evocaba anteriormente hablando del joven Wittgenstein. El afán de Warburg consistía más que nada en subrayar la continuidad, a lo largo de la historia, de los mismos gestos, de las mismas actitudes humanas, de las mismas “intensidades”. Ciertos observadores vieron en esta yuxtaposición un continuum de intensidad que tenia algo así como el efecto de borrar todo sentimiento de identidad actual.
Una práctica corriente en los salones parisienses del siglo XIX evoca curiosamente el dispositivo de Warburg. Pienso en aquello que se conoce como “cuadros plásticos”: un grupo de modelos vivos eligen un cuadro suficientemente sugerente de un maestro antiguo, cuya escena tratan de recrear de manera teatral, adoptando cada uno una posición correspondiente a las que se ven en ese decorado artificial. Ahora bien, ya sabemos que los pintores utilizaban también modelos vivos. De manera inevitable, los modelos del cuadro viviente se mueven un poco, imperceptiblemente, y deben hacer esfuerzos repetidos para recuperar la “pose” inicial. Giran incesantemente en torno a esa pose que los reclama y se hurta a ellos. Resulta de esto una cierta tensión física, la misma que han debido experimentar los modelos originales en el taller del pintor. Tal intensidad común es como un puente que liga ambos grupos de modelos. Los ligeros movimientos de los modelos de origen, inscritos en la pintura, son reproducidos ahora por los modelos que ejecutan el cuadro plástico. En cierto sentido, los primeros se ha reencarnado en los del cuadro plástico o, por lo menos, lo que se ha reencarnado es aquella tensión. En tales gestos reencarnados, filósofos tales como Nietzsche y Klossowski han visto una ilustración, e incluso una prueba del eterno retorno.
Todas estas ideas me habían dado vueltas en la cabeza antes de que los trabajos de Pierre Klossowski me las hicieran evidentes, al punto de llegar a cristalizarse más tarde en el cuento teórico, que paso a contar a continuación, y que comienza hacia fines del siglo XV. Un contemporáneo de Piero della Francesca –que lo mismo puede ser Piero en persona– pierde la vista y, ciego, decide continuar pintando según un procedimiento de su invención, no muy diferente de la simetría del cuerpo humano de Dürer. Siguiendo este mismo método, el artista utiliza una serie de números para dictar su pintura, sin que le sea necesario ver o palpar la tela. De este modo, el pintor dicta y los discípulos ejecutan. Dos amigos pasan a verlo en su taller, pero ocurre que ambos están incluidos en el cuadro. El pintor los ha reducido de memoria a una serie de formulas matemáticas. Uno de los amigos se reconoce inmediatamente en la tela, no así el otro. El sistema del artista –que no deja de tener algunos límites– ha deformado su rostro, seguramente por el hecho de algunos rostros no son fácilmente integrables en una formula matemática. Al cabo de unas cuantas centurias, hacia fines del siglo XIX, en 1896 exactamente, un pintor alemán, especializado en la reproducción en pequeña escala de obras de grades maestros, descubre la pintura dictada por el artista ciego, con la gran sorpresa de reconocer en ella su propio rostro. Concluye que, puesto que su rostro ha sido previsto siglos antes de su nacimiento, él debe estar imbuido de una misión. ¿Pero cual vendría a ser la misión aquella?
El pintor romántico –que después de todo quizá no sea alemán, sino austriaco, y nada impide pensar que su nombre no sea Adolf Hitler–, decide reproducir aquella obra del Renacimiento, pero modifica a tal punto la composición, que en adelante la imagen suya se halla situada al centro del cuadro, creando un desequilibrio en los elementos que componen la pintura. En un acceso de modestia, el pintor decide retirar del todo su presencia en la composición. Sólo que en lugar de corregirse el desequilibrio, se acentúa. Decide entonces volverse a colocar al centro mismo del cuadro, para lo cual tiene que desplazar nuevamente todos los elementos, con el efecto final de volver la pintura profundamente melancólica. A consecuencia de esta serie de intentos fallidos, deja de lado la pintura, cuelga los pinceles y entra en política.
La pintura, no obstante, sobrevive a estos avatares –obra maestra inacabada, como en el relato de Balzac–, sin figuras, sin composición, pero cubierta de una masa de pinceladas dispares, y desaparece por algunos años antes de ser descubierta por soldados británicos mientras despejaban los escombros de una calle bombardeada. Entre esos soldados se halla un profesor de historia del arte, admirador ferviente del arte moderno, quien toma nota de la fecha inscrita en la tela y deduce que el autor es uno de los primeros artistas abstractos, más exactamente, un abstracto de una línea de expresión de entre las más contemporáneas. Después de haber colgado esta pintura en medio de las obras de su colección privada, el hombre pierde la vista y se retira a un hogar de ciegos. El único bien que decide llevar consigo es esta pintura, pues quiere tenerla cerca suyo durante los largos días de oscuridad. Esta decisión suya no carece de buenas razones, ya que la pintura es táctil y, mejor aún, al tocarla deja la impresión de que ella quiere que la toquen, como si pudiera, por el tacto, comunicar sus figuras invisibles; sólo que esas figuras vomitan odio y delatan una paranoia agitada. Luego de que el coleccionista caiga enfermo y se suicide golpeándose la cabeza contra una columna neoclásica, la pintura quedará en esa institución para ciegos. Hacia fines de los años sesenta, una cantante rock, a quien los reflectores del estadio en que debía presentarse han dejado ciega, se instala en la misma pieza en la que se halla la pintura. Una estrecha relación se establece entre la pintura y la cantante que lee en ella como en una partitura musical. De lo que resulta una curiosa combinación de ars nova y de música militar Prusia, con un algo de Mahler y una pizca de Franz Lehar. Uno de los médicos de la institución organiza, de vez en cuando, espectáculos de luz y sonido para las galas de caridad. Habiendo tenido la idea de traducir la música de la cantante ciega en secuencias luminosas y coloreadas, el efecto de éstas va a desencadenar en él una risa histérica que le durará varias semanas, con su muerte como broche de oro, a consecuencia de una ataque al corazón. Afortunadamente, sus colegas han tenido la presencia de espíritu de grabar sus carcajadas y es así que comprobarán que éstas provocan en quien las oiga unas irresistibles ganas de bailar. Deciden entonces utilizar la grabación en el curso de la fiesta anual de entrega de diplomas a los estudiantes de medicina. Durante la fiesta, un cirujano especialista en pulmón, enloquecido por el estrépito de la riza danzante, apuñala a uno de sus colegas. Un video aficionado, filmado también por fortuna durante la fiesta, servirá de prueba en el proceso. Uno de los miembros del jurado, profesor de arte, tiene la gran sorpresa de comprobar que, en sus movimientos, el baile filmado describe el equivalente dinámico exacto de la coreografía retratada en una pintura del Renacimiento. Al cabo de una investigación, el profesor descubre que la pintura en cuestión ha sido dictada por un maestro ciego, a quien finalmente se remontaría, en su origen, la causa del crimen. Desgraciadamente, durante el proceso son difundidas ante el jurado las grabaciones de la risa, cuyos miembros, al oírlas, se ponen a bailar. En medio de un baile frenético, el juez da muerte al profesor de arte clavándole, en un ojo, una pluma de cola de faisán. La historia sigue aún sin explicación, pero tortuosa como es, habrá permitido, por lo menos en lo que me concierne, alcanzar el objetivo que yo me había propuesto. Éste no era otro que el de hacer plausible la idea de que toda imagen no es más que la imagen de una imagen; imagen traducible a todos los códigos posibles, y que ere proceso no puede sino desembocar en nuevos códigos generadores de imágenes, estas mismas generatrices y apetecibles.

Raúl Ruiz. Poética del cine. Págs. 62 a 65.

Nota del transcriptor: ¿Por qué este texto y no otro? Por encadenación de causas y efectos. Como dijo el Gran Santo chileno: Quien tiene sentido social comprende perfectamente que todas sus acciones repercuten en los demás hombres, que les producen alegría y dolor; y comprende, por tanto, el valor solemne del menor de sus actos. San Alberto Hurtado.
La única pregunta que cabe hacerse es: ¿Qué devastadora emoción despertarás en tus semejantes?
Que la GranDiosa nos ampare en medio de sus piernas.

EL EVANGELIO PERDIDO: Q.

No siempre es necesario exhumar documentos perdidos, olvidados o desconocidos para poder conocerlos. A veces se tiene la suerte de toparse con lo desconocido en la propia mesa de trabajo. La moderna crítica textual está en situación de disecar los escritos que se le presentan de acuerdo con todas las reglas del arte. A veces afloran en el texto algunos “subtextos” ocultos, escritos originarios sobre los cuales se construyó la obra definitiva y que a través de múltiples reelaboraciones redaccionales desaparecen sin más para el ojo no ejercitado. Sin embargo están ahí, como virtualmente presentes, a la manera de una imagen televisiva, cuya claridad se apoya por completo en el fondo oscuro: la película continúa pasando sobre la pantalla, pero ya no se la puede ver sobre el negro cristal mate. Del mismo modo, tampoco se pueden ya reconocer los textos originarios por la tinta intensa, que ha fluido de las plumas de unos reelaboradores celosos. De todos modos, los científicos avezados han ideado métodos con los que se puede establecer de nuevo la “claridad” y sacar al primer plano los textos ocultos.
Cuando los investigadores acometieron la empresa de establecer cuál era el evangelio más antiguo, hicieron un descubrimiento desconcertante. Históricamente, ni siquiera los propios evangelistas se daban a conocer; tuvo que ser el análisis de los propios textos el que proporcionase el resultado. A través de la peculiar índole teológica del Evangelio de Juan se supo que éste había surgido bajo una influencia diferente por completo y que tenía que ser el más reciente. Los otros tres evangelios, a saber, el de Mateo (el primero siguiendo el ordenamiento canónico del Nuevo Testamento), el de Marcos y el de Lucas, estaban emparentados. Con más o menos adornos, contaban de manera equiparable la vida de Jesús. Se les conoce como evangelios ‘sinópticos’. Porque pueden yuxtaponerse los distintos pasajes textuales en una visión conjunta. Con ello se echan de ver dos tipos significativos de coincidencias.
En los textos de Mateo y de Lucas, el orden y la secuencia de los relatos sólo coincide cuando sigue la historia consignada en Marcos. Eso significa que Marcos debió ser el evangelio más antiguo, que los otros dos lo conocieron y de conformidad con él compusieron el ‘relato de la vida de Jesús’. Hoy difícilmente puede ya mantenerse la opinión ya tantas veces sostenida de que el Evangelio de Marcos había aparecido a finales de la década de los sesenta del siglo I de la era cristiana. Probablemente fue redactado a mediados de los setenta, puesto que alude evidentemente a ciertos acontecimientos ocurridos en la guerra judía (66-73 d.de C.). Mateo y Lucas, cuyas obras aparecieron hacia el año 95, agregan además material narrativo al texto de Marcos; un material que se dice ‘especial’ de cada uno de ellos, porque sólo puede leerse en Mateo o en Lucas respectivamente.
Pero curiosamente se echó de ver que había un segundo tipo de concordancia. Mateo y Lucas insertaron una serie de declaraciones de Jesús, parábolas, dichos sapienciales, palabras de exhortación y de lamento, etc., algunas de las cuales se corresponden entre sí, pero faltan por completo en el Evangelio de Marcos. Así pues, además de disponer de dicho texto marciano, Mateo y Lucas debieron contar con una segunda fuente común, que los científicos designan como fuente de logia o dichos, y hoy se designa simplemente como Q (primera letra de la palabra alemana Quelle, que significa fuente).
Cuando se valoran los relatos evangélicos, no hay que perder de vista las circunstancias. Marcos escribió más de cuarenta años después de la crucifixión y del final del ministerio público de Jesús; Mateo y Lucas redactaron sus evangelios veinte años más tarde. Desde la perspectiva de estos dos, es como si hoy un autor escribiera la biografía de un hombre que a finales de los años veinte o comienzos de los treinta hubiese causado furor durante un corto tiempo, y esto lo hiciera el tal autor sirviéndose de un pequeño escrito y de algunos otros textos de finales de los años setenta. Y si ahora tenemos en cuenta que entonces no había testimonios impresos ni informes de periódicos ni televisión, cabe imaginar las facilidades con que se podía llevar a cabo la empresa. Dicho de otro modo: los autores de los evangelios no tenían posibilidad alguna de comprobar por sí mismos lo que había de tradición correcta y lo que había de poetización. Tuvieron que apoyarse en los textos existentes y en la tradición oral. Evidentemente tuvieron que copiar en buena medida el material de las fuentes, pues de otro modo no tendríamos la tradición sinóptica y jamás se abría conservado el material del centón de sentencias. La fidelidad con que copiaron los modelos se puede echar de ver en el hecho de que no corrigieron contradicciones evidentes. En un análisis detallado se advierte, por lo mismo, que ambos evangelistas debieron de contar con versiones diferentes, tanto de Marcos (Mc/Mt y Mc/Lc) como de la Quelle (Q/Mt y Q/Lc). Las diferencias en las tradiciones dobles parecen deberse a una mezcla de tradiciones orales y de versiones escritas de Q.
Muchos historiadores y teólogos son del parecer que la fuente Q representa el escrito más antiguo, que circuló entre los primeros seguidores de Jesús inmediatamente después de la catástrofe de la crucifixión. Q sería el primitivo evangelio perdido, que conservaba las sentencias del Maestro y que poco a poco fue vaciado por los escritos neotestamentarios. Éste es un dato importante, pues el análisis de esa colección de dichos no sólo nos permite hacernos una idea de la mentalidad, la conducta y la sociología del movimiento de los seguidores de Jesús inmediatamente después de la desaparición de su Maestro, sino que también nos permite adentrarnos en las palabras, que Jesús habría confiado a sus discípulos.
La colección de sentencias se habría indudablemente perdido, de no haberla incorporado Mateo y Lucas a sus relatos sobre la vida y el ministerio de Jesús; y nosotros jamás habríamos sabido de qué tipo era el movimiento Q, que existía mucho antes de la constitución del cristianismo.
¿Qué sabemos nosotros de ello con sólo que filtremos el material Q a través de los evangelios? Vemos ante todo que para los primeros seguidores de Jesús bastaba una colección de sus sentencias. No necesitaban de más para saberse guiados en un mundo fatídico. Esto no era infrecuente en el mundo helenístico, en el cual circulaban diversas colecciones de sentencias de “varones sabios”, que se transmitían entre sus discípulos. Incluso en época posterior, cuando ya se habían redactado los evangelios narrativos, se mantuvo el evangelio de las sentencias del movimiento de Jesús y continuó transmitiéndose como una colección autónoma. A ello alude el ya mencionado Evangelio de Tomás. Dicho texto es un evangelio apócrifo, que en 1946 fue descubierto en una tumba de Nag Hammadi, junto a Luxor, por unos constructores egipcios. Apareció con otros cuarenta y ocho tratados de una biblioteca de textos gnósticos, escritos en lengua copta (del Egipto central). Hasta entonces sólo se conocía de nombre, por las alusiones en los escritos de autores cristianos primitivos.
El Evangelio de Tomás es una colección de ciento catorce sentencias sueltas, que contienen palabras de Jesús. De una estructura muy similar debió ser también el texto de Q, y de hecho se advierte que numerosas declaraciones que se encuentran en Q, tienen sus lugares paralelos en el Evangelio de Tomás. Así pues, dicho evangelio viene a ser una continuación de Q, a la antigua colección de sentencias de los primeros seguidores de Jesús, sin cambiar fundamentalmente sus características. Dado que los numerosos aforismos que se encuentran en el Evangelio de Tomás aparecen por lo general menos desarrollados que sus versiones paralelas en los evangelios canónicos, remiten a un estado anterior en el proceso de la tradición oral. Por tales motivos se ha subestimado notablemente hasta ahora el Evangelio de Tomás y en general es una fuente poco conocida para la reconstrucción de las declaraciones más antiguas atribuidas a Jesús. En el Evangelio de Tomás, por ejemplo, se han conservado también piezas sentenciales que no aparecen en ninguno de los evangelios canónicos; pero que por su parentesco estructural y de contenido con determinados discurso de la Q son auténticos con gran probabilidad. Por consiguiente, para reencontrar las verdaderas palabras de Jesús no tenemos que confiarnos exclusivamente a los evangelios. Esos tesoros hay que sacarlos de los textos excluidos por los poderosos de la Iglesia y condenados como heréticos.
A propósito de la cuestión de las fuentes budistas hay algo especialmente sorprendente: el Evangelio de Tomás no sólo presenta un estrecho parentesco con Q, ¡sino que la mismo tiempo es un texto fuertemente impregnado del ideario budista! A comienzos del siglo XX se había descubierto en Oxyrhyncos (actual el-Behnesa), en Egipto, gran cantidad de fragmentos de papiro antiguos, escritos en griego, copto y árabe. Entre ellos se encontraron diversos fragmentos del Evangelio de Tomás, y uno de los papiros contenía una pieza de teatro basada en un episodio inventado que tenía como escenario la India.
El material indio no era ciertamente casual en el entorno del Evangelio de Tomás. Los textos de Nag Hammadi pertenecen a los sistemas ideológicos de la gnosis, ampliamente difundida entre los primeros cristianos. Los gnósticos cristianos se remitían ciertamente a Jesús, pero rechazaban la administración de la doctrina por una jerarquía de sacerdotes y obispos. En vez de eso intentaban conseguir la redención por el conocimiento y mediante una disciplina mística y meditativa –muy similar a los ejercicios de los budistas y yoguis de la india. Muchas palabras de Jesús en el Evangelio de Tomás recuerdan de manera impresionante ciertas tradiciones indias y budistas Zen más que la teología paulinocristiana. En sus destacada exposición de los hallazgos de Nag Hammadi, la historiadora de las religiones norteamericana Elaine Pagels escribe: “en opinión de algunos científicos el ‘Buda viviente’ podría perfectamente decir –con sólo cambiar de nombre– lo que el Evangelio de Tomás atribuye al ‘Jesús viviente’ ”. Nada tiene de extraño que un tan buen conocedor del budismo como el inglés Edward Conze sospeche que el Evangelio de Tomás lo utilizaron los cristianos indios y que “en la India meridional los budistas estuvieron en conexión con los cristianos tomasianos”. Todavía hoy los cristianos del sur de la India se autodenominan “cristianos de Tomás”.
A finales del siglo pasado se investigó celosamente la Fuente de Sentencias, después se hizo el silencio en torno a la misma. Su redescubrimiento a partir de los años setenta ha conducido a una serie de nuevos resultados, que nos permiten una visión tanto de la personalidad de Jesús como de la estructura del grupo de sus seguidores. Por ello vamos a detenernos brevemente en la estructura de la fuente de sentencias o logia. Su contenido lo forman tres elementos: discursos de sabiduría, declaraciones profético-apocalípticas, y, en proporción menor, material biográfico. Sin duda que sobre Q ejercieron una influencia decisiva las tradiciones proféticas y sapienciales sobre el trasfondo de la espera inminente del fin del mundo, que circulaba en el judaísmo desde hacía dos siglos.
La cuestión es saber qué cuerda de la tradición es la original, es decir, se remonta a Jesús. Algunos consideran que la tradición profética fue determinante para Q, mientras que otros opinan que lo fue la tradición sapiencial. Investigaciones más recientes han proyectado nueva luz sobre este problema y han demostrado que Q se divide claramente en tres por contenido, estructura y finalidad. Eso significa que Q fue elaborada, modificada y enriquecida en tres períodos diferentes. El material más antiguo de la colección, denominado Q1, comprende exclusivamente “sentencias sapienciales” de Jesús. Sólo en un momento posterior se agregaron los textos proféticoapocalípticos (Q2). Y todavía más tarde se insertaron la historia de las tentaciones y algunas perícopas de conexión (Q3). Echemos una mirada a los tres apartados de Q:

Q1: Parte integrante de la primera compilación son seis discursos sapienciales de Jesús. El tipo de alocuciones recuerda las instrucciones a una comunidad, como las que conocemos por la literatura egipcia, antiguo-oriental y helenística. Q1 se caracteriza por una ética radical, que rompe con muchos convencionalismos sociales.

Q2: En la segunda fase de compilación se encuentra el material profético y apocalíptico, en flagrante contraste con Q1. Está marcado por la confrontación característica con “esta generación” y por el anuncio del juicio. Las palabras sobre “esta generación” apuntan contra el comportamiento de los judíos interpelados frente a la predicación de Jesús. Las amenazas contenidas en esta parte contra las ciudades galilaicas son imitaciones evidentes de unos modelos proféticos.

Q3: En la última reelaboración se encuentra un complemento del evangelio de sentencias mediante la incorporación de una parte biográfica con la historia de las tentaciones.

A través de la triple redacción se configuró unitariamente Q y adquirió un marco teológico coherente. La forma terminal de Q, tal como circuló entre los seguidores de Jesús después de la guerra judía y tal como la tomaron Mateo y Lucas, era un entramado de discursos y anécdotas coherente y fijado por escrito. Eso explica las coincidencias verbales entre los evangelistas y el mantenimiento de un orden bastante similar. Los datos lingüísticos confirman además que por entonces Q ya debía estar redactada en lengua griega y que el orden originario se ha conservado mejor en Lucas que en Mateo.



Habla el Jesús original.

El libro completo de Q consta de 62 breves perícopas o apartados, de los cuales los veintiún siguientes pertenecen al estrato más antiguo de las palabras auténticas de Jesús. Representan el material completo de Q1 y corresponden al evangelio de sentencias sapienciales originales, que las gentes de Q y los seguidores de Jesús tuvieron en alta estima.

(Estas son las sentencias de Jesús) (Viendo a las muchedumbres, dijo a sus discípulos)
“Dichosos los pobres; de ellos es el reino de Dios.
Dichosos los que tienen hambre; ellos serán saciados.
Dichosos los que lloran; ellos reirán.”
“Os digo, amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maltratan, rezad por los que os maltratan.
Si alguien te abofetea en una mejilla, ofrécela también la otra. Si alguien te arrebata el manto, dale también tu camisa.
Da a todo el que te pida, y al que te quite las pertenencias, no le pidas que te las devuelva.
Así como deseáis que os traten, tratad a los demás.
Si amáis a los que os aman ¿qué mérito tiene? Hasta los pecadores aman a los que los aman. Y si sólo abrazáis a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿Acaso no lo hace todo el mundo? Prestar a los que sabéis que os van a devolver lo mismo, ¿qué mérito tiene? Hasta los pecadores prestan a los pecadores, porque esperan recibir lo mismo.
En cambio, amad a vuestros enemigos, y prestad sin esperar nada. Vuestra recompensa será grande, y seréis hijos de Dios. Porque él hace que el sol se levante sobre buenos y malos; y hace llover sobre justos e injustos.”
“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis y no seréis juzgados. Porque con la medida con que midáis, con la misma seréis medidos.”
“¿A caso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?
Ningún discípulo es mejor que su maestro. A un discípulo le basta ser como su maestro.”
“¿Cómo puedes ver la astilla en el ojo de tu hermano y no ves la astilla en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Déjame que te quite la astilla del ojo’, cuando no ves la viga en tu propio ojo? Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo y luego verás para poder quitar la astilla del ojo de tu hermano.”
“Un árbol bueno no da fruto podrido. Un árbol podrido no da fruto bueno. ¿Acaso se cogen higos de los espinos o uvas de los zarzales? Cada árbol se conoce por su fruto. El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro bueno, y el malo saca de su tesoro malo cosas malas. Porque la boca habla de lo que el corazón está lleno”.
“Por qué llamáis ‘Señor, Señor’ y no hacéis lo que os digo. Todo el que oye mis palabras y las pone en práctica es como un hombre que construyó su casas sobre una roca. Llegaron las lluvias, un torrente chocó contra la casa, pero la casa no se derrumbó porque estaba cimentada en la roca. Pero todo el que oye mis palabras y no las pone en práctica es como el hombre que construyó su casa sobre la arena. Llegaron las lluvias, el torrente se precipitó contra la casa y la casa se derrumbó, siendo grande su ruina”.
Cuando alguien le dijo: “Te seguiré adondequiera que vayas”, Jesús respondió: “Las zorras tienen guaridas y los pájaros del cielo tienen nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde apoyar su cabeza”.
Cuando otro dijo: “Déjame ir antes a enterrar a mi padre”, Jesús respondió: “Deja que los muertos entierren a los muertos”. Y otro más dijo: “Te seguiré, Señor, pero antes déjame despedirme de mi familia”, Jesús respondió: “Nadie que pone su mano en el arado y después mira hacia atrás es apto para el reino de Dios”.
Dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad por lo tanto al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a su mies.
Id. Mirad que os envío como ovejas entre lobos.
No llevéis dinero, ni bolsa, ni sandalias, ni báculo, y no saludéis a nadie en el camino. En cualquier casa que entréis, decid: ¡La paz sea con esta casas!”. Y si hay allí algún hijo de paz, vuestro saludo será recibido (literalmente, ‘vuestra paz descansará sobre él’). Pero si no es así, dejad que vuestra paz vuelva de nuevo a vosotros. Y quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que os ofrezcan, porque el trabajador merece su salario. No vayáis de casa en casa.
Pero si entráis en una ciudad y se os recibe, comed lo que os presentan. Prestad atención a los enfermos y decidles: ‘el reino de Dios se ha acercado a vosotros’.
Pero si entráis en una ciudad y no se os recibe, abandonad la ciudad sacudid el polvo que se os ha pegado a los pies y decid: ‘A pesar de todo, sabed que el reino de Dios se ha acercado a vosotros’.”
“Cuando recéis, decid: ’Padre, sea santificado tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan cotidiano. Perdónanos nuestras deudas, porque nosotros perdonamos a quienes nos deben. Y no nos sometas a prueba’.”
“Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad a la puerta y se os abrirá.
Porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y al que llama a la puerta se le abre.
¿Quién de vosotros da a su hijo una piedra, si le ha pedido pan; o si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues vosotros, que no sois buenos, sabéis hacer buenos regalos a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará cosas buenas a quienes se las pidan!”.
“No hay nada oculto que no haya de revelarse, ni nada secreto que no haya de salir a la luz. Lo que os digo en las tinieblas, decidlo a la luz. Y lo que oís como un susurro, proclamadlo desde las azoteas”.
“no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.
¿Acaso no se pueden comprar cinco gorriones por dos céntimos? Ninguno de ellos caerá al suelo, sin que vuestro padre lo sepa. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. De modo que no temáis. Vosotros valéis más que muchos gorriones”.
Alguien de la multitud le dijo: ‘Maestro, di a mi hermano que divida la herencia conmigo’. Pero él le dijo: ‘Hombre, ¿quién me ha puesto como juez o administrador vuestro?”.
Les contó una parábola: “El campo de un hombre rico llevó mucho fruto, y él pensó para sus adentros y se dijo: ‘¿Qué debo hacer?, porque no tengo donde guardar las cosechas’. Luego dijo: ‘Haré esto: derribaré mis graneros y construiré otros mayores, y allí almacenaré todo mi grano y mis cosechas. Y diré a mi alma: ‘Alma, tienes almacenada una gran cosecha para muchos años. Descansa ahora, come, bebe y diviértete”. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta noche tendrás que devolver tu alma, ¿y de quién serán las cosas que has producido?’. Eso es lo que ocurre al que acumula tesoros para sí y no es rico para Dios”.
“Yo os digo que no os preocupéis por vuestra vida, por lo que comeréis, ni por vuestro cuerpo, ni por lo que vestiréis. ¿Acaso no vale más la vida que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Pensad en los cuervos. No siembran, ni siegan, ni almacenan en los graneros, y Dios los alimenta. ¿Acaso no valéis más que los pájaros? ¿Quién de vosotros puede a fuerza de preocupación añadir un solo día a su vida? ¿Y por qué os preocupáis por el vestido? Pensad en cómo crecen los lirios. No trabajan ni hilan. Pero ni Salomón con todo su esplendor fue tan magnífico. Si Dios viste con ropas tan bellas la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no os vestirá a vosotros, hombres de poca fe?
Por tanto no os preocupéis pensando ¿qué comeremos? o ¿qué beberemos? o ¿qué nos pondremos? Pues todos los hombres del mundo hacen eso, y vuestro Padre sabe que necesitáis esas cosas. Buscad más bien primero su reino, y todas esas cosas serán vuestras”.
“Vended lo que tenéis y dad limosna. Acumulad tesoros en el cielo, donde la polilla ni la herrumbre pueden hacer daño y donde no pueden entrar a robar los ladrones. Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón”.
Dijo: “¿A qué se asemeja el reino de dios? ¿Con qué debería compararlo? Es como una grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su huerto. Y el grano creció y se convirtió en un árbol y las aves del cielo hicieron nidos en sus ramas”.
También dijo: “El reino de Dios es como la levadura, que una mujer tomó y mezcló con tres medias de harina, hasta que quedó fermentada toda la masa”.
“Todo aquel que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”.
“Un hombre dio una vez un banquete e invitó a muchos. A la hora del banquete envió a su siervo a decir a los que habían sido invitados: ‘Venid, por favor, que ya está todo preparado’. Pero los invitados empezaron a poner pretextos. El primero le dijo: ‘He comprado una granja y debo ir a verla. Por favor, discúlpame’. Y otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y debo ir a probarlas. Por favor, discúlpame’. Y otro dijo: ‘Acabo de casarme, así que no puedo ir’. El siervo volvió y contó eso a su señor. Y el señor, enfadado, le dijo al siervo: “Sal de prisa a las calles del pueblo y trae toda la gente que encuentres’. Y el siervo salió a las calles y llevó a toda la gente que encontró. De este modo la casa se llenó de invitados”.
“Todo el que no odia a su padre ya su madre no podrá aprender de mí. Todo el que no odia a su hijo y a su hija no puede pertenecer a mi escuela.
El que no acepta su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
Todo el que intenta conservar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará”.
“La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo se le podría devolver el sabor? No sirve ni para la tierra ni para el estercolero. La gente la tira”.


CONCLUSIÓN:
La colección de sentencias es unitaria, sin rupturas estilísticas o de contenido. El Jesús original habla de la disolución de lazos familiares, de libre cumplimiento con el hogar, de la evitación de unos ideales aceptados de pureza, de una forma sencilla de vivir y vestir, de la mendicación sin vergüenza. En ningún lugar se encuentran complicados conceptos teológicos o amenazas apocalípticas. Tan sencillas y directas son las palabras auténticas del Jesús de Q1, que los investigadores tienden a compararlo con los cínicos de la filosofía griega: ¡Jesús como un filósofo cínico, al estilo de Diógenes en el tonel de la lluvia!
Las máximas que este extraordinario maestro itinerante fue proclamando por el miserable paisaje entre Galilea y Judea, tenían ciertamente resonancias extrañas. Pero no tenían nada de la comicidad y rudeza de los cínicos, estaban más bien envueltas en una aura de comprensión amorosa, de deseo hondo de despertar a los pobres espíritus adormecidos, para abrazarlos en su anhelo del conocimiento liberador y redentor. Por ello se congregaba el pueblo, cuando él hablaba. Por ello se acordaban de Jesús. Lo que él enseñaba era revolucionario desde el punto de vista social y psicológico[1].

Nota del transcriptor: El regreso a la matriz, a una sociedad matríztica, en medio de uno de los pueblos más patriarcales del mundo. Para ello recordemos tan sólo que el origen del patriarcado ocurre con el reemplazo de la caza por el pastoreo como forma de vida, legitimando la apropiación exclusivista de un bien antes compartido. En el Antiguo Testamento los hebreos siempre se definieron a sí mismos como pastores y, después de los 40 años en el desierto del Éxodo, como un pueblo de fieros guerreros (hasta el día de hoy).
Hay que ser demasiado valiente para pararse y contradecir abiertamente el status quo social.
Trata de imaginar el tremendo impacto que significó la destrucción del paradigma imperante en la mente de cada uno de los que presenciaron su paso por este mundo. No todos lo aceptaron ni comprendieron, por eso la drástica sanción.
¿Hay alguien capaz de hacer algo parecido, ahora?
[1] Jesús. ¿Discípulo de Buda? Ediciones Martínez Roca S.A. 1996, Barcelona. Págs. 129 a 143. Elmar R. Gruber y Holger Kersten.

viernes, agosto 24, 2007

¡NO TE DEJES EMBAUCAR!

¿Es un fraude el famoso “Libro de Urantia”?


Damos por supuesto que una gran mayoría de cuantos integran el publico lector de ENIGMAS conoce el célebre “Libro de Urantia”, divulgado por la Fundación del mismo nombre, localizada en el 533 Diversey Paarkway –Chicago, Illinois 60614. Se trata de una obra monumental y enigmática que, por sus audaces incursiones en los temas que interesan unánimemente –dios, el Universo, la historia del hombre, la Trinidad, los espíritus moronciales, etc.-, viene siendo llamada “la Biblia del siglo XXI”.

Divida en cuatro partes principales, la última de ellas se refiere, de forma pormenorizada y con loable respeto, a la vida y enseñanzas de Jesucristo. El caso es que este libro, dado a conocer por una fundación de apariencia elusiva, se debate en el misterio y hoy suman muchos miles –probablemente millones- los adeptos que, de buena fe, lo consideran dictado por seres superiores.
Nosotros, tomando como objetivo de nuestro estudio la vida de Jesús, no estamos muy seguros de ello al observar numerosos errores de considerable calibre, producidos –como en los textos de los evangelios sinópticos (los de marcos, mateo y Lucas)- por un lamentable desconocimiento de las leyes y costumbres judías de aquel tiempo; ignorancia que convierte muchos episodios, reales o imaginados, en hechos de imposible realización.
“Yo no he venido para abrogar, sino a cumplir”, dice Jesús (Mat. V, 17), y con ello afirma que se somete escrupulosamente al dictado de la ley de moisés, en todo aquello que no sea contradictorio con los mandamientos del Padre. De los cuatro evangelistas, Juan –que es el que mejor conoce la ley y las costumbres judías- dejará un testimonio inequívoco de dicho acatamiento. Nuestro modesto trabajo incluye a continuación una síntesis de tales errores, detectados en el Libro de Urantia, segunda revisión, versión española, dividiéndolos en diez apartados que nos parecen significativos.


PRIMERO.
El Libro de Urantia alude a una mujer, ex dueña de uno de los burdeles de Jerusalén que, por seguir las enseñanzas de Jesús, cerro su abominable negocio; “a pesar de esto, los fariseos seguían despreciándola y estaba obligada a llevar el pelo suelto, insignia de la prostitucion” (Pág. 1652). Según el Evangelio de Juan, “María (la hermana de Lázaro), tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos” (XIII, 3). Este pasaje es reproducido casi literalmente en el Libro de Urantia, lo que significa que tanto el evangelista como el texto urantiano adjudican a la virtuosa María, hermana de Lázaro y de Marta, una condición nada ejemplar, pues mal pudo secar los pies de Jesús con el pelo recogido.


SEGUNDO.
Según el Libro de Urantia, los amigos de un paralítico llevaron a éste a donde Jesús estaba hablando, “y así, subieron al techo de la habitación y, después de aflojar las tejas audazmente, bajaron al enfermo con su litera mediante sogas” (Pág. 1667). El eminente filosofo y escriturista, Manfred Barthel opina, ante el milagro del paralítico narrado por Lucas (V, 19): “Seguro que no fue necesario levantar las tejas para bajar al enfermo, pues aunque en Roma y Atenas se cubrían los techados con tejas, las casas de Galilea eran primitivos cubículos de una sola habitación construidos con ladrillos secados al sol, cuyo ‘techo’ era una sencilla cubierta de cañas sobre vigas. Las vigas reposaban sobre las cuatro paredes y los huecos se rellenaba con canas y estopas que luego se recubrían con una capa de barro” (Lo que dijo verdaderamente la Biblia, ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1982).


TERCERO.
Los seres superiores, al inspirar el Libro de Urantia, dicen que “este mismo sábado por la noche se reunió en la sinagoga de Capernaum (Cafarnaum) un grupo de 50 ciudadanos sobresalientes para discutir la cuestión candente del momento” (Pág. 1719). Esto es de todo punto imposible, porque celebrar una asamblea en pleno sabbath seria severamente castigado por incumplir un precepto fundamental de la Ley de moisés: “No realizar trabajo alguno en sábado”.


CUARTO.
Imposible asimismo sería, como afirman tanto los Evangelios como el Libro de Urantia, que Jesús y sus apóstoles celebraran la Cena de Pascua (Pesach) contraviniendo los mandamientos incluidos en el capitulo XXI del Éxodo. Sin embargo, ni lo Evangelios ni el Libro de Urantia mencionan dichas ordenanzas como las referidas la pan ácimo, acompañando al cordero pascual, las hierbas amargas y los vasos de vino: éstos se llenaban cuatro veces, al tiempo de bendecirlos, cantando a coro no el salmo 18, como dicen los “urantianos”, sino el 4 y el 115. El Libro de Urantia incluye en este capitulo el pasaje en el que “Jesús mojando el pan en el plato de hierbas, se lo entregó a Judas” (Pág. 1940), acción que, de ser cierta, quebrantaría el minucioso ritual de la Cena, aparte de que, al no tratarse de pan común, fermentado (hametz), sino matzah –“torta de pan sin levadura tomada en la fiesta de Pascua que recuerda el ‘pan del dolor’ que los israelitas comieron el tiempo de su partida de Egipto” (stuart E. Rosenberg)-, éste podía partirse, pero no mojarse (empaparse), como afirman los “urantianos”: “...el que ahora moja el pan conmigo en el mismo plato, está dispuesto a traicionarme” (Pág. 1940). Imposible.


QUINTO.
El Libro de Urantia narra que, una vez terminada la Cena (Pág. 1966), Jesús y sus discípulos salen del recinto, viviendo los conocidos episodios de la Oración del Huero y el Prendimiento. Son otras tantas situaciones imposibles, por cuanto el Éxodo –que es Ley de cumplimiento obligado- lo prohíbe explícitamente: “Y ninguno de vosotros salga (después de la Cena) a la puerta de su casa hasta mañana” (XII, 22).

SEXTO.
En ocasiones, el Libro de Urantia, no sólo nos induce a la duda, sino a la perplejidad. Ocurre, por ejemplo, cuando leemos en él esta afirmación desconcertante: “Para los judíos, Elohim era el Dios de los dioses” (Pág. 1856), aseveración falsa, ya que la palabra Elohim es un plural. “¿Será posible –se pregunta Jean Sendy- que se nos haya traducido como ‘Dios’ lo que en el original se designa como unos ‘dioses’?”. Según la cábala, Elohim (forma plural de eloah: majestad en hebreo) define a las potestades creadoras que plasmaron los pensamientos emanantes de la mente del Logos o Demiurgo”. En cualquier caso, se trata de un plural que, por lo tanto, no puede definir a un singular tan singular como Dios.


SÉPTIMO.
A veces los “urantianos” pecan por defecto más que por exceso. Es el caso, narrado también en los Evangelios cristianos, en el que Jesús dice: “Id inmediatamente a Jerusalén y al entrar por la puerta encontrareis a un hombre que lleva un cántaro de agua” (Pág. 1933). Aquí los autores han puesto exquisito cuidado en detallar donde estará el hombre. En la puerta, comprendiendo que, sin esta aclaración, el lector medio pensaría en la enorme dificultad que podía significar el hallazgo de un hombre con un cántaro en una ciudad ocupada al limite por una multitud que va a Jerusalén a celebrar la Pascua. Sucede, sin embargo, que en aquel tiempo ir por agua era tarea exclusiva de mujeres y, por pura lógica, resultaba fácil, por desacostumbrado, localizar a un hombre llevando un cántaro camino de la fuente. ¿Por qué no aclararon esta circunstancia los seres superiores, inspiradores del libro que comentamos, para despejar recelos?


OCTAVO.
Donde no puede haber dudas sobre la evidencia de estar ante un texto humano, y muy humano, es al comprobar que los “urantianos” incurren en el error sobre el debate y los interrogatorios llevados a cabo por el sanedrín, efectuándolos de noche, tras el prendimiento. Sólo que la ley judía –y quien la viole es reo de muerte- ordena terminantemente que ningún tribunal podía juzgar de noche, “porque las tinieblas enturbian el juicio del hombre”; menos aun en vísperas de una fiesta religiosa como la Pascua (así se lee en la “Michna, Sanedrín IV, Talmud de Babilonia”). Esto nos demuestra que los seres de otra dimensión no afinan demasiado al decir que, mientras juzgan a Jesús, “la noche estaba fría” (Pág. 1980); que conducen al Divino Maestro “a la luz de las antorchas” (Pág. 1981); que Caifás inicia el juicio “alrededor de las cuatro y media de la madrugada” (Pág. 1983)... Resueltamente, no: ni ante Anás, ni Caifás, ni Herodes, ni Pilatos se pudieron formular preguntas a Jesús mientras sobre la ciudad de Jerusalén se extendían las tinieblas. Lo prohibía una ley inexcusable.


NOVENO.
Al entrar en los dramáticos episodios de la pasión, se hacen mas graves los errores de los “urantianos”. De acuerdo en que Jesús no llevo nunca la cruz a cuestas, sino el palo transversal sobre sus hombros y nuca, pero, en cambio, la historia y la arqueología no pueden admitir lo que dice el famoso libro, sobre todo en secuencias tan importantes como la siguiente (y esperamos que el ilustre experto en estos temas, Antonio Piñero, esté de acuerdo con nosotros): “Las piezas más largas y verticales de las tres cruces de madera (la de Jesús y las de los dos ladrones) ya se habían transportado al Gólgota y, cuando llegaron los soldados con sus prisioneros, ya estaban plantadas firmemente en tierra” (Pág. 2004). Esto supone la dificultad añadida e inútil, de tener que clavar los pies del reo en el aire, lo que se aproxima mucho a un descomunal disparate.
Con estos, podríamos continuar la relación de errores que hemos apreciado en el texto urantiano. En beneficio de la paciencia del lector, aquí dejamos el resumen, no sin antes rubricar el presente trabajo con un episodio capaz de despertar la estupefacción, primero, y luego la sonrisa.


DÉCIMO.
Quizás un número bastante apreciable de nuestros lectores recuerde el pasaje en el que Natanael es captado como apóstol de Jesús. Según leemos en el Evangelio de Juan, cuando el maestro lo llama, sirviéndose de Felipe, Natanael le pregunta de dónde lo conocía, “le respondió Jesús y díjole: antes (de) que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael, y díjole: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y díjole: ¿Porque te dije (que) te vi debajo de la higuera crees? Cosas mayores que éstas veras” (I, 48, 49 y 50).
El Libro de Urantia reproduce más o menos el pasaje y comenta: “Con eso indico Felipe a sus amigos que aguardaran un momento mientras él se dirigía apresuradamente a contarle la nueva de su decisión a su amigo Natanael, quien permanecía sentado debajo de la morera” (Pág. 1529). Este hecho de sustituir la higuera por la morera tiene una importancia decisiva para dudar de los presuntos seres superiores que se comunican con los “urantianos”, como comprobaremos en seguida, aunque para entenderlo así es imprescindible saber que “estar debajo de la higuera” (no de una morera, sino de la higuera) es una metáfora hebrea, un modismo que significa “estudiar la Toráh (el Pentateuco). Sólo así se comprende que Natanael, al ser llamado por Jesús a través de Felipe, acuda a él diciéndole: “Rabbí, tú eres el Hijo de Dios”. Nada de esto tendría sentido si se sustituye la higuera por una morera, con lo cual se demuestra que los transcriptores del Libro de Urantia desconocen el hebreo y no saben que “estar debajo de la higuera” quiere decir que se está “estudiando la Toráh”.
En fin, a propósito de este árbol, cuando en el Libro de Urantia no presta atención a la maldición de la higuera, hace caso omiso de una declaración trascendental, si se tiene en cuenta que, al maldecir a la higuera, Jesucristo abomina de los fariseos (falsos estudiosos de la Toráh) y del imperio invasor, dado que la higuera es la representación simbólica de Roma, puesto que los fundadores de esta ciudad, Rómulo y Remo, fueron amamantados a su sombra por una loba (circunstancia ésta que nos sugiera un leve reflexión: en latín lupa equivale a “loba”, pero también a “prostituta”, y de ahí la palabra “lupanar”. ¿Fueron amamantados Rómulo y Remo por una loba o por una prostituta...?)
Como conclusión nos queda dilucidar un dilema: o los traductores de lo dicho por seres de otra dimensión se equivocaron estrepitosamente en su tarea, o los seres de otra dimensión son unos pardillos, de conocimientos muy inferiores a los demostrados por los evangelistas que nos transmitieron –aún con todos sus defectos- el mensaje más importante de la historia.



Nota del transcriptor: Esta es la trascripción total de un artículo aparecido en la revista Enigmas, págs. 34 a 38. Lamentablemente es de unas fotocopias que me regaló un amigo, en la que no aparecen ni el número ni la fecha de edición.

Comentario final: Es de público conocimiento que los evangelios originales fueron escritos en griego décadas después de la muerte de Jesús, por escribas que utilizaron el nombre de los apóstoles, para los cuales se basaron en la tradición oral y una lista de sentencias, llamada “quelle” por los estudiosos. En el evangelio donde es más notoria esta autoría griega es en el de Juan, donde en su comienzo se diserta largamente a cerca de la participación de Jesús en el Logos, concepto central de la filosofía griega.

Para más aclaraciones, revisar el documento “Q. ¡PRÓXIMAMENTE POR ESTE MISMO CANAL!

martes, agosto 21, 2007

LOS SIETE TIPOS DE PADRES QUE MÁS PERJUDICA

Por Débora Gutiérrez Arriagada. La Tercera mayo 2004.

Algunos estilos de crianza pueden generar desde niños más inquietos o agresivos, hasta pequeños tímidos, inseguros y con pocas herramientas para enfrentar a sus pares. Y es que, aunque los adultos buscan el bienestar del niño, sus conductas pueden generar a veces más daño que beneficios.

LOS ERRORES MÁS FRECUENTES.

Los padres son las figuras más importantes en la vida de un niño, porque tienen la tarea de ayudarlos a construir las primera imágenes que el menor tiene de sí mismo. Es imperativo, por tanto, cuidar cada detalle de la crianza, las palabras, los gestos y formas de entregar cariño, ya que cumplen un importante rol en el desarrollo de su personalidad.
Esos primeros acercamientos al mundo de la mano de sus progenitores irá forjando a una mejor persona. sin embargo, existen estilos o modos de enfrentar la crianza de los niños que muchas veces juegan en contra de su sano desarrollo y posterior vida adulta, a pesar de que el fin último de los padres sea siempre el bienestar de los hijos.

El error de sobreproteger.
Algunos adultos sobreprotegen a sus hijos, porque creen que no serán capaces de enfrentar el mundo: "son padres asustadizos, que sienten que el mundo es peligroso y no dejan a sus hijos tomar decisiones. Su idea es que hacen las cosas por ellos, porque los quieren y protegen, pero oculta en esa declaración de amor a los niños hay una gran descalificación y desconfianza en sus capacidades", dice el académico de la U. Mayor, Felipe Lecannelier, sicólogo infantil y también profesor de la U. Del Desarrollo. Esos menores tendrán una pobre imagen de sí mismos, se sentirán débiles e incapaces de hacer cosas. Serán sensibles a la crítica y dependientes de los adultos. Al crecer, les costará tomar decisiones, serán inseguros en todos los ámbitos de su vida y requerirán la aprobación de los otros.

Sobrevalorando a los hijos.
También existen riesgos en sobrevalorar o exagerar las características positivas de los hijos. "A estos padres les preocupa que sus hijos destaquen en todo: en los deportes, colegio, que tenga las mejores zapatillas, reloj y juguete del mercado. Se sienten realizados a través del niño y sanan de esa forma antiguas frustraciones", dice la sicóloga Soledad Larraín, consultora de UNICEF. Pero estos adultos crían niños acostumbrados a los halagos, a la recompensa con poco esfuerzo con dificultades para integrarse y no toleran la frustración. Suelen tener como amigos a niños tímidos que los hacen sentir superiores. "A medida que crece, la personalidad narcisista y arrogante se va consolidando y nos encontramos con un adulto que necesita ser adulado con frecuencia, egocéntrico, que no sabe enfrentar los conflicto y que le cuesta trabajar cuando se requiere esfuerzo", enfatiza la sicóloga.

Paternidad versus Amistad.
Otro estilo de crianza dañino es el de aquellos padres que sólo son amigos de sus hijos: "Son demasiado relajados y bordean la negligencia, no ponen límites y tienden a invertir los roles, ya que usan a los niños para calmarse. Por ejemplo, una madre llega del trabajo y le cuenta a su hijo de tres años lo mal que lo pasa en ese lugar", advierte Felipe Lecannelier. Estos menores terminan controlando a los padres y con actitudes adultas que no corresponden a su desarrollo. Según el sicólogo, son hijos que dicen groserías a los adultos y que en la adolescencia son agresivos y controladores.
La carencia de límites la interpretan como falta de interés y abandono de sus papás. "Les cuesta adaptarse a la autoridad, ya que no tienen ese modelo en la casa. Les cuesta aceptar su rol de alumno con el profesor o de empleado con el supervisor, porque no cree en las normas, no las respeta", comenta Soledad Larraín.

Una distancia dolorosa.
Cuando la interacción con los niños casi no existe, la idea de paternidad que se refleja es que la distancia hará al menor más fuerte. Son padres distantes, fríos y poco afectivos, que evitan el contacto sentimental. No son castigadores, ni agresivos, pero los niños no son su prioridad. Creen que a los dos meses el bebé debe tener su propia pieza y que se lo malcría con tanto afecto. Estos niños se sienten efectivamente poco valorados, con baja autoestima y tienden a ser tímidos. Les cuesta hacerse notar, expresar sus ideas y hacer valer sus derechos. Algunos, para compensar la falta de afecto, buscan llamar la atención y son muy extravertidos.

Emociones desorganizadas.
Así como hay padres fríos, existen otros que caen en el exceso de emocionalidad. "La relación con sus hijos pasa por su interés o su humor. Un día llegan felices y comparten con el hijo y al siguiente le gritan y lo castigan. Son temperamentalmente inconsistentes, lo que confunde al niño", señala la psicóloga de UNICEF. Los hijos sienten inseguridad y ansiedad: no saben cómo actuar para lograr el afecto de los papá imprevisibles.
En la adultez repiten ese modelo temperamental, son lábiles y sus reacciones son emocionales y actúan con poca racionalidad. "Son esas personas que son íntimas tuyas y al día siguiente ni te saludan", ejemplifica la experta.


CUANDO LA AUTORIDAD SE CONVIERTE EN RIGIDEZ Y DESCALIFICACIÓN.

Estrictas normas.
El estilo que más genera problemas es el autoritario. Son papás llenos de reglas y que limitan la vida del hijo. Ordenan toda su conducta y no le permiten participar en las decisiones familiares, describe Felipe Lecannelier. Educan con rigor y le exigen actuar como un adulto, dice la psicóloga Soledad Larraín.
Este menor suele ser tímido, retraído y ansioso. En la adolescencia son autosuficientes y tienen dificultades para interactuar con sus pares, porque no saben pedir ni dar ayuda. De adultos no cambian mucho: les cuesta mantener relaciones de pareja, porque temen necesitar a alguien y depender de su cariño.

Crítica y Descalificación.
La crítica y la descalificación también son dañinas. María Olga Herreros, psicóloga infantil y académica de la U. Andrés Bello, explica que los padres determinan mucho al niño, por lo tanto, si se lo bombardea con mensajes como 'eres tonto' o 'eres el más flojo', el niño enfrentará el mundo pensando que él es así.
"Son niños con una autoimagen pobre y sin esperanza en sus capacidades. Suelen gastar mucha energía enfrentando el dolor de la descalificación de sus padres, por lo que le quedan pocas energías a la hora de hacer sus deberes, con lo cual refuerzan la percepción negativa de sus padres, produciéndose un círculo vicioso", dice la especialista. De adultos, dice Larraín, lucharán con sus inseguridad, necesitarán mucho afecto y quizás se vinculen en relaciones dependientes done repitan el modelo de relación con sus padres.


UNA PATERNIDAD SEGURA.

Datos clave.

El psicólogo Felipe Lecannelier explica que la llamada 'paternidad segura' es el estilo que más ayuda al niño a desarrollar una personalidad sana.

Consistencia en la crianza: entrega normas de conductas claras, sin ambigüedades, abiertas y flexibles.

Se comunican con sus hijos y su opinión incide en las decisiones familiares.

Casi psicólogos: anticipan a los hijos, los conocen y saben cómo reaccionarán ante ciertos estímulos.

Logran calmar al niño cuando le pasa algo malo o ante estrés.

Texto encontrado en un ciber.

A la lógica aristotélica —la proclamada lógica natural del entendimiento humano— le ha sucedido lo que le hubiese pasado a la mejor galera romana, caso de proclamarse navío natural. Bastará para refutar tal pretenciosidad la presencia de un trasatlántico. Las lógicas artificiales modernas son tan potentes y especializadas cual auto, avión, televisor... La lógica aristotélica es, cuando más, lógica de párvulos o de primera enseñanza. Y ni aun esto; que ya se enseña a nuestros niños comenzar matemáticas y lógica con teoría de los conjuntos.
¿Y creemos los filósofos gozar de excepcional, rarísima y superlativa inmunidad en ontología, metafísica, ética... "naturales" o "esenciales" al entendimiento humano?
Puedo creer, decía Oscar Wilde, cualquier cosa mientras sea suficientemente imposible. Procuremos, con todo, no acumular imposibilidades, que terminaremos por no poder creer.
Pero ante todo, ¿qué es filosofía actual? o ¿a qué se ha reducido en nuestro presente histórico la filosofía de tiempos pasados? ¿A qué función social o humana podemos aspirar los filósofos y con qué dosis contribuir al futuro inmediato de la sociedad humana?
Muchas, graves y difíciles preguntas son éstas para que pueda responderlas aquí, y ahora, caso de que supiera hacerlo. Lo malo es que tan sólo sé preguntar, y, cuando más, aventurar un inicio de comienzo de principio de respuesta.
En su Fenomenología del Espíritu, y después de una mirada a la historia de la filosofía, Hegel pierde la paciencia y suelta aquel desplante irreverente, mas verdaderísimo: "ya es hora de que el filósofo deje de ser filósofo, o amante de la sabiduría; y sea ya sofós o sabio". Van ya más de dos mil años de filosofar, de aspirar y suspirar por la sabiduría. Basta ya, parece decirnos Hegel, de definir la filosofía como "amor a la sabiduría", dejando, con Platón, lo de ser sabio para los dioses, y contentándonos nosotros, con esas sobras y migajas de ser aspirantes eternos a sabios.
Marx, en 1848, increpó ruda y cruelmente a los filósofos con aquella su Tesis XI sobre Feuerbach: "Los filósofos no han hecho hasta ahora sino interpretar el mundo; ya es hora de que se pongan a transformarlo".
Hegel y Marx han perdido la paciencia; y según el retintín con que hubieran pronunciado tales frases nos sonaran a irreverentes invectivas, a desaforados insultos o a inaceptables conminaciones. La de Marx indisimuladamente nos dice: ¡a trabajar, a trabajar de sociólogos!; la de Hegel: ¡a trabajar, a trabajar de científicos! Hegel se puso, diciendo y haciendo, a trabajar en su Ciencia de la Lógica (1812), movilizando para ello lo que de ciencia matemática, física, química, biológica... le ofrecían los sabios científicos de su presente histórico: Newton, Leibniz, Lagrange, Laplace, Carnot, los que no sólo habían sido "amantes de" la matemática, física o biología sino matemáticos, físicos, biólogos: habían sido científicos —y— técnicos. Fuera de algunos de la escuela neokantiana de Marburg, nadie ha empleado ni entonces ni ahora en el cuerpo de la filosofía más matemáticas y física que Hegel. Y eso que desde el 1812 a nuestros días, física, matemáticas, biología y técnica han avanzado espectacularmente de manera asombrosa. Para la inmensa mayoría de los filósofos actuales es como si no hubieran venido al mundo Gauss, Riemann, Einstein, Heisenberg, Fermi, Oppenheimer... A lo más hablan de ellos de "oídas" o por citas; y, a veces, por citas de citas.
A mitad del siglo pasado nacía una nueva ciencia: la economía política. O la economía —real y practicada desde siglos, explosivamente desarrollada por la revolución industrial—, pujaba por darse forma científica, a la vez y a la una economía y política, economía y vida social. ¡A trabajar, a trabajar en sociología, bajo su forma concreta de economía política!, se dijo a sí mismo Marx; y manos a la obra, durante unos cuarenta años, las puso, y resultó El Capital.
Me temo que no nos agrade a los hispanoamericanos oír de boca de Hegel y Marx ni de ninguna otra, así sea la del Papa, eso de "a trabajar, a trabajar"; y me temo también que no nos suene particularmente seductor y reverente a los filósofos esotro conexo de "a trabajar, a trabajar las ciencias y en economía política". Pero, si no me equivoco, tal es la tarea que define a la filosofía si quiere ser actual.
En otros tiempos, hace siglos, se decía pomposamente que el fin de las leyes y del Gobierno, —regio o popular— era "el Bien común". "Ley es una orden de la razón, dirigida al Bien común y promulgada por el que tiene a su cuidado la Comunidad". Ahora, puestos a trabajar en eso de Bien común, realmente común, hablamos de producto nacional bruto, de producto nacional neto, de ingreso nacional, renta nacional... y se proponen las autoridades con un presupuesto bien especificado aumentarlo en un determinado tanto por ciento anual o quinquenal. El abstracto filosófico clásico, límpido, alumbrador, orientador —e inoperante, como la lucecita de la estrella polar—, ha sido sustituido por esa tarea concreta, inmediata, un poco bruta, más eficiente, ordenada por un Parlamento al votar un Presupuesto y encomendar su ejecución al Gobierno. El cuidado de la Comunidad se llama ahora "presupuesto"; haberlo inventado e ir realizándolo dentro de y contra las fallas humanas, es tarea de nuestra época.

lunes, agosto 06, 2007

ACTUALIDAD DE HOY Y SIEMPRE

Lección de Historia



Uno cree que muere por la patria
y muere por los industriales.
Anatole France


¿Sabes la fecha de la muerte de Leftraro?
¿Sabes la fecha de la expulsión de los jesuitas de Chile?
¿Sabes la fecha de la independencia de Chile?
¿Sabes la fecha de la batalla de Lircay?
¿Sabes la fecha en que “acabó” la Sociedad de la Igualdad?
¿Sabes la fecha de la batalla de Placilla?
¿Sabes la fecha del “incidente” en la escuela Santa María en Iquique?
¿Sabes la fecha del “incidente” del Seguro Obrero?
¿Sabes la fecha de la muerte de Pedro Aguirre Cerda?
¿Sabes la fecha de la promulgación de la “ley maldita”?
¿Sabes la fecha de la firma de las “garantías constitucionales”?
¿Sabes la fecha de la firma de la “declaración de inconstitucionalidad”
del gobierno de la UP?
Y eso que he dejado muchas otras en el tintero
Como por ejemplo:
La creación del MOP, CORFO y CODELCO.
¿Sabes quienes, en qué fecha, por qué razones
y para qué fines fueron creadas?

¡A sí!
Sabes la fecha de la muerte de Salvador Allende
El combate naval de Iquique
Y el de la Concepción
¿Es mera casualidad que Chile haya librado
tres guerras a favor del Libre Comercio?

No es casualidad que Todo el mundillo
Alabe “nuestra” economía
¿Sabías que nos dicen los fenicios,
incluso antes de la lluvia de TLCs?
¿Recuerdas su posición durante las guerras clónicas,
¡bah!, ¡perdón!, médicas?






La Matrioshky de Dios


La pena por el infinito dolor
De estar amarrada a sus proxenetas
Ahogó mi enojo con ella
¿Es toda suya la culpa?
¿Y nuestra complicidad y usufructo?
Su única culpa es la perenne estupidez
De querer rescindir un contrato que nunca existió
Porque el Mandante no bajó al submundo
A redactar ni firmar ninguna hueá como esa
Fueron acólitos apócrifos quienes lo hicieron
En la lengua de Hesíodo y Heráclito
Y ahora vuelven a la de Séneca y Marco Aurelio
La ignorancia es el salvoconducto de tu esclavitud

domingo, agosto 05, 2007

अल्गुनोस CONCEPTOS

El tiempo no es una medida de duración, es el orden sincrónico del universo.
Existen dos niveles básicos de aprendizajes de la Ley del Tiempo:
El orden cíclico.
El orden sincrónico।

Los mayas sabían que el tiempo (cuarta dimensión) es radial, se dispara simultáneamente en todas las direcciones desde una hora siempre presente.
Kin: energía de movimiento que informaba el día del nacimiento.
Onda: es el poder del movimiento inmanente en todas las cosas.
Encantada: armoniza todas nuestras relaciones energéticas a través de las pulsaciones de las 4 dimensiones.