Doctor Baldrich, ¿qué son los sueños?
- La verdad es que llevo más de 40 años trabajando con ellos y debo reconocer que aún no lo sé. Esto me permite seguir curioso, y Dios, en su infinita bondad, no me da la “explicación final”... posiblemente él la sepa, no sólo juega a los dados, como se preocupaba Einstein, sino también los esconde, pero le divierte participar de nuestras historias que posiblemente, hagan un poco menos aburrida su también infinita soledad.
Así, sin vueltas ni eufemismos, sin dogmatismo ni alardes de sapiencia, este doctor en psicología, presidente de la Asociación Argentina de Psicología Analítica Junguiana y director de AION, (Centro de Formación en Psicología Junguiana) deja de una pieza a la periodista ávida de respuestas serias, con fundamento científico. A cambio, le devuelve un humilde y desconcertante “no sé”. A modo de una autentico guía y al mejor estilo socrático, Ariel Baldrich sorprende con sus reflexiones, que conducen ineludiblemente a hurgar en lo profundo de nosotros mismos, en la búsqueda de respuestas internas, íntimas, y, a la vez, universales.
Como un niño travieso, aunque no exento de ironía, se entrega al ensueño proponiendo preguntas y apuesta a algunas respuestas que, obviamente, despiertan nuevos interrogantes:
¿Los sueños son acaso un mensaje de los dioses?
Dios no nos habló una sola vez, allá en el tiempo, sino que nos sigue hablando, y posiblemente lo haga todas las noches... no siempre atendemos el repiquetear de sus llamadas ni entendemos sus mensajes. Un sueño no atendido es como una carta no abierta.
¿Son un mensaje de nuestro inconsciente?
Partes nuestras olvidadas, aspectos que no nos gustan (nuestra sombra) o deseos infantiles aun no satisfechos, o asuntos pendientes, o ensayos de proyectos futuros...
¿Una madre o abuela complaciente?
Que por las noches da cumplimiento a nuestros más secretos e íntimos deseos...
¿Un amante muy infiel?
Un don Juan empedernido al que le molesta lo ‘solo uno’ (monoteísta, monogámico, monotemático, monolítico) y ensaya entrando y saliendo de cada una de las posibilidades sin preocuparse mucho si gana o pierde...
¿Un religioso preocupado?
Por la salvación de nuestras almas, que nos permite por las noches el pecado para tener el placer de perdonarnos luego...
¿Un místico o un profeta?
Que nos anticipa lo que aún no ha sucedido (sueños premonitorios) y el origen y posible destino de nuestro estar en el mundo...
¿Un médico abnegado?
Que en su hospital de la noche (Templo de Esculapio) nos sana y amorosamente alivia nuestras heridas.
¿Un dictador incorregible?
A quien le damos, al cerrar los ojos, el poder que no nos atrevemos a ejercer de día...
...Y esto es cuento de nunca acabar –expresa Baldrich con picardía–. Mil y un personajes posibles nos visitan por las noches. Cada uno de ellos es un arquetipo (un modelo de acción posible). Son los habitantes de nuestros sueños, la prole de la noche, el mago y el sanador de nuestras cuitas. Una ficción anticipo de nuestras infinitas posibilidades de acción. Pero lo infinito asusta, somos seres del tiempo y no podemos imaginar la eternidad.
De acuerdo, no hay respuestas absolutas. Pero como estudioso del tema, ¿podría sintetizarnos el enfoque que las principales corrientes psicológicas le dan a los sueños?
Ante los sueños podemos ir hacia atrás (teorías reductivas). Freud, su principal exponente, a través del psicoanálisis busca el por qué. Podemos quedarnos aquí y ahora, el enfoque gestáltico, este darme cuenta hoy, en este momento de lo que el sueño me propone, no irme ni hacia atrás ni hacia delante. Sólo cabe preguntarse qué. O bien, de la mano de Jung, ir hacia delante, ¿qué nos propone el sueño que aún no ha ocurrido, que se está gestando dentro nuestro en forma psíquica y aún no se ha hecho destino? La pregunta Junguiana entonces seria para qué. Y yo me pregunto, ¿no sería interesante tomar las tres propuestas?
¿Siempre deben interpretarse?
Jung dice que los sueños ya son una interpretación, la imagen y la estructura dramática de los sueños (pequeños cuentos o películas de la noche), ya son una lectura de lo que está en germen, lo que viene sucediendo en nuestro interior. Y esta es su gran ventaja, aun no ha sucedido, aun podemos hacer o dejar de hacer algo para que no suceda, o suceda distinto, o estemos mejor preparados para lo que sí o sí debe suceder.
Freud, en cambio, con su libro La interpretación de los sueños, nos habla de un contenido latente (oculto) y un contenido manifiesto (el disfraz del sueño). El sueño se disfraza para no angustiar al yo en la noche y obligarlo a despertar. El sueño es el guardián del dormir, evita que despertemos. Pero lo genial de Freud es la idea de que el sueño cumple “alucinadamente el deseo”, o sea, que puede realizar psíquicamente el deseo y evitar la literalidad del cumplimiento del mismo.
Perls, gestáltico de origen psicoanalítico, con su aquí y ahora y su incomparable juego dramático en “la silla caliente”, dice que le hablamos a una parte nuestra imaginada en un almohadón enfrente nuestro, un “como si” que actualiza aquí y ahora una parte no vista en conflicto con otra parte asumida con una posible síntesis de ambas.
¿Todos soñamos o es un privilegio de algunos?
Todos soñamos sistemáticamente durante cuatro o cinco oportunidades por noche y en cada una de ellas producimos entre dos o tres historias distintas (sueños), o sea, 15 películas aproximadamente, de las cuales sólo recordamos al despertar dos o tres. A esta y otras conclusiones llegaron los “Laboratorios de Sueños” de los anos “60 y ’70.
¿Cuál es la función primordial de los sueños?
Una función básica, según Jung, es la de compensar lo que no hacemos en vigilia. El sueño es, entonces, un equilibrador psíquico natural, se produce automáticamente, como todos los mecanismos de autorregulación (ya psíquicos, ya biológicos) gracias a estos sobrevivimos psíquica y físicamente. Los sueños hacen por nosotros lo que tienes que hacer, con prescindencia de que podamos o no volvernos sobre ellos.
¿Por qué los olvidamos?
El estrés, el cansancio, la intoxicación medicamentosa, el comer mal, el respirar mal, el no considerar de importancia lo que soñamos o nuestras fantasías... hace que no recordemos.
¿Cómo se trabaja un sueño en la terapia?
Como todo encuentro terapéutico es un vínculo, la forma de encarar un sueño depende de las características de ese encuentro, cada caso es inédito en sí mismo, por lo que es difícil fijar pautas universales. De todas formas, todos los sueños tienen imágenes y en todos suceden cosas (estructuras dramáticas) por lo que en ese dialogo entre dos, ambos deben, como mínimo, compartir esas imágenes y las emociones que supone lo que allí esté sucediendo, se sueña de a dos, se comparten emociones y peripecias, ambos ven esa misma película y en común tratan de descubrir su significado.
¿Podría ejemplificarlo con algún caso clínico?
Puedo dar un ejemplo que me conmovió y, a la vez, me sorprendió: una paciente del interior trabajaba (on line) algunos de sus sueños. Dejó abierta su mensajería por Internet y su hijo de unos 8 años apareció y chateando me dijo: “Ariel, tú que le ves los sueños a mi mamá, ¿no me ayudas con unas pesadillas que tengo?”. Me cuenta que hace mucho tiempo que sueña que un payaso lo persigue y él corre muy asustado, y que, cuando está por alcanzarlo, se despierta muy sobresaltado, transpirado, y le cuesta volver a dormir. Intenté varios recurso habituales en los trabajos con niños: que dibuje al payaso, que lo modele con arcilla, que haga una obra de teatro, tipo títeres, donde él participara junto al payaso del sueño... etc. Nada daba resultado y seguía con sus pesadillas. Por fin un día le dije: “vamos a hacer una cosa, esta noche si en tus sueños vuelve a aparecer el payaso, en algún momento te das vuelta y trata de hablar con él, pídele que te diga por qué te persigue”. Así lo hizo, y al día siguiente, emocionado, me cuenta que siguió las indicaciones y que se dio vuelta y le preguntó por qué lo perseguía. El payaso le contestó “no te persigo... te veo correr y me asusto... por eso corro contigo”. Como por encanto, las pesadillas terminaron. Por supuesto, luego vimos que en el colegio es muy bromista y por eso le dicen el payaso... que su padrastro es, en sus propias palabras “aburrido” y que su mami antes era más alegre... pero lo que sucedió en el sueño es casi un acto mágico.
¿Puede un sueño curar a otro sueño?
Todo sueno participa de esta cualidad de lo mágico, de un mundo otro y en este caso la magia es que un sueño cura otro sueño, al poder este niño confrontar en ese espacio imaginario a su otra parte persecutoria, de alguna forma participando activamente en su propio sueño (incubación de sueños)... Podemos ponernos serios y elaborar muchas teorías que lo expliquen, pero él en su inocencia apeló a la sabiduría de su terapeuta interno y terminó, sin interpretaciones, con sus fantasmas nocturnos.
En épocas de crisis como la actual, ¿hay algún común denominador en lo que sonamos?
Aparece con frecuencia sueños de nacimientos, embarazos, incluso soñados por hombres. Responden al arquetipo del niño: creatividad, espontaneidad, desafío, curiosidad, deseo de cosas nuevas que nos hagan diferentes y no simplemente parecidos a todos (globalización). También se presenta mucho el arquetipo de lo femenino. La figura de la mujer asumiendo roles de conductora: la psicopompa –acompañante natural del infra-mundo, que puede acompañarnos a negociar con los Dioses o los demonios, si está nuestra alma retenida. Chamana de profundidades que nos reconecta con nuestro mundo interior.
Para terminar, doctor Baldrich, ¿qué son los sueños?
Los sueños son una ventana a la eternidad, una puerta al misterio de lo que somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos, qué vinimos a hacer al mundo... No son meras preguntas filosóficas en busca de verdades. Presuponen la construcción de espacios imaginarios nunca vividos, totalmente nuevos, por lo tanto, soñados... No podemos abrir juicios sobre ellos, ni buscar respuestas últimas y definitivas, tan sólo una oportunidad, como dice J. Hillman (terapeuta Neojunguiano) de construir alma. Nuestra alma inmortal se amasa con nuestros sueños diurnos y nocturnos. Son una oportunidad de recuperar lo que somos, algo que nunca antes existió y que nunca más existirá... Somos únicos e irrepetibles: algo totalmente nuevo y distinto. Y atreverse a compartir esta película única que somos en una sala llena de espectadores que nos invitan también a sus propios estrenos. Todos somos “ópera prima”. Todos soñamos y somos soñados por otros. El mundo quizá sea entonces el gran sueno de alguien, Dios o quien fuere, que también quiere ser soñado.
LO QUE EL CINE Y LOS SUEÑOS TIENEN EN COMÚN:
Ariel Baldrich es también profesor del Taller Escuela de Realización y Formación Cinematográfica.
v Un mismo lenguaje simbólico.
v Ambos cuentan con estructuras dramáticas.
v Un buen final es aquel en que esas partes que representan aspectos nuestros: protagonista y antagonista, logran una síntesis superadora. Por lo general nos identificamos con el héroe y no con los villanos del cine (nuestra sombra).
v Son transgresores de espacio y tiempo, nos liberan de la tiranía del tiempo.
v Nos ofrecen la oportunidad de desarrollar los aspectos en conflicto, nuestras fuerzas en pugna vía identificación en el cine, vía vivencia onírica en los sueños.
v Participan de una “experiencia numinosa” merced a la fascinación hipnótica (Hipnos significa sueño) de una sala oscurecida o la experiencia emocional no similar a nuestras vivencias del día, que nos produce un sueño arquetípico.
REGLAS PARA EL AUTOANÁLISIS[1].
v Transcribir cada sueño y su contenido.
v Poner entre paréntesis sus valores morales.
v Anotar el numero de los personajes.
v Colocar el sueño entre los sueños que le preceden o le siguen.
v Estudiar el sueño en comparación con la situación de vigilia.
v Hacer prevalecer las asociaciones libres bajo la interpretación general de los símbolos.
v No creer jamás en una sola significación universal de los símbolos.
v En caso de síntomas alarmantes, pedir ayuda a un especialista.
v Pintar o dibujar los sueños cada vez que sea posible.
v Ponerse en contacto con las personas del sueño.
v Conocer los limites del esfuerzo.
v Tener confianza en los sueños.
v Realizar esta práctica con una disciplina regular y rigurosa.
Consejos del transcriptor:
v Poner especial atención en el clima emocional en que se desarrolla el sueño.
v Al describir el “escenario”, anotar todos los detalles sensoriales que se recuerden.
v Anotar si el escenario es conocido, desconocido o mixto. Ayuda a situarse.
[1] Del libro Cómo Interpretar los sueños de Raymond Becker.
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